www.mallorcadiario.com

La violencia, craso error

domingo 20 de mayo de 2012, 09:47h

Escucha la noticia

Los penosos acontecimientos de Manacor deberían hacer reflexionar a todo el espectro político. Ciertamente, existen sectores antisistema que no precisan de excusa alguna para armar un altercado que se sabe como comienza pero jamás como acaba.

José Ramón Bauzá ha cometido determinados errores políticos de bulto y es natural que algunas de sus actuaciones en materia lingüística exacerben los ánimos de muchos mallorquines.
Pero los alborotadores de Manacor no hacen favor alguno a la causa de la defensa de la lengua catalana, antes al contrario, lo que provocan es el recurso fácil de identificar esa defensa con una minoría de jóvenes con ideas peregrinas, cuando no violentas, de la extrema izquierda. Al govern no le preocupa esa oposición de los radicales, casi puedo decir que le alegra. A Bauzá, lo que le ha de preocupar es la discrepancia que manifiestan personas de bien, que jamás usarán violencia verbal o física, y que ideológicamente se han sentido en alguna ocasión próximos al espacio de centro derecha. Ahí es donde el president puede perder.  

Bauzá, con todos sus errores, es el presidente democráticamente elegido de nuestra comunidad y, como tal, debe ser respetado. La discrepancia con su política se defiende con argumentos, en el parlament, en los debates, con invocación de normas, si es preciso ante los tribunales, e incluso con el derecho a manifestarse de que hicieron uso miles de ciudadanos el pasado 25 de marzo.

Ahora bien, si alguien cree que enarbolando banderas con la estrella roja -que la mayoría sentimos por completo ajenas-, insultando o agrediendo va a conseguir adhesiones de los mallorquines, desde luego es que no conoce la sociedad isleña.

Es preciso acotar a los violentos, rebajar el tono, centrar el objeto de las discrepancias -no mezclando asuntos que nada tienen que ver entre sí- y, sobre todo, quienes creamos que la lengua catalana merece un mejor trato del que el proyecto de Ley de Función Pública le dispensa, debemos desmarcarnos claramente de esta minoría cuya única pretensión no es enriquecer la sana dialéctica de la democracia, sino pasar factura al adversario por la frustración que les produce haber sido vencidos en las urnas.

A los radicales de uno y otro extremo, cuya existencia se justifican mutuamente, lo que les deseo es, simplemente, que la razón democrática los aniquile para siempre.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
9 comentarios