Está lleno de lugares en los que la realidad es más fantástica que la ficción. España tiene un emplazamiento de
privilegio en este ranking, desde luego. Pero por encima nuestro siempre estará nuestra querida Argentina, probablemente el país más delirante del mundo. Ahora ha prohibido la importación de libros, aduciendo que la tinta que se emplea en el resto del mundo contiene productos que pueden dañar la exquisita piel de los
argentinos. No, no es verdad ni que los libros del mundo sean peores o mejores que los de aquel país, ni que allí tengan más o menos problemas dermatológicos, sino que el país se ha quedado sin divisas y, por ende, necesita recortar las importaciones como sea, llegando a este punto absolutamente digno de Gila.
