Banco malo nefasto

Como ya deben haberse cerciorado desde que empezó la crisis, en la mayoría de entidades bancarias solo una persona es la responsable de atender a los clientes en caja. La crispación y el nerviosismo entre el público llega al límite al formarse una larga cola de gente esperando su turno, mientras que los demás empleados de la banca dicen ocuparse en otros menesteres. Y encontrándome en una situación similar, de repente oí a un señor gritar, no sin razón, el titular de este artículo.

Cualquiera en cualquier parte puede encontrarse con personas amables y educadas, o bien, irrespetuosas y desagradables. Sin embargo, en los últimos tiempos y en oficinas puntuales del banco al que me refiero, abundan las calificadas en términos despectivos. No sé si su comportamiento es tal por acatar órdenes de sus superiores, por cansancio, por pereza o por falta de educación, pero no hay que consentir que hombres y mujeres de cartón piedra mermen la dignidad del resto de los mortales. Por tanto, no seré muy objetiva al relatarles algunos sucesos acontecidos de este género.

En una sucursal bancaria cercana a su casa, una señora casi nonagenaria y para más inri con una muleta, después de haber realizado una operación bancaria pidió un calendario y le respondieron que debía ir a su oficina a recogerlo. Ella les espetó que toda su vida había sido cliente de esta Caja de Ahorros y Monte de Piedad de las Baleares, fuera cual fuese su antigua ubicación y donde hoy en día, no conocen esta virtud llamada piedad. Ahora se han aprendido la retahíla de decir que esta oficina es de pasada porque entran muchas personas que no tienen sus cuentas abiertas concretamente en ella y ni siquiera al tener la libreta completa se dignan a hacerte una nueva, aunque hayas finalizado el trámite. Otra persona acudió al banco para hacer unos pagos en efectivo a las horas convenidas y después de esperar su turno unos sesenta minutos, no la atendieron porque el tiempo transcurrido extralimitaba el horario. Con la excusa de que en la Caja principal podría disponer de moneda extranjera al acto, se deshicieron de otro cliente que tuvo que desplazarse y aún así, tardaron una semana para el canjeo de dinero que llegó a través de un mensajero porque a los de Trablisa se les olvidó, consecuentemente surgieron problemas a la hora de quedar registrado el cambio de moneda. Además le cobraron comisión, sin importarles las cuentas o ahorros que la persona en cuestión les había confiado.

En definitiva, es vergonzoso que algunos bancos pendientes de ser absorbidos, los malos y los nefastos, gocen de ciertas oportunidades, mientras la clase social media tiende a convertirse en baja gracias a su impiedad que se traduce en falta de atención, cobros y comisiones.

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