Enorme preocupación entre los administradores de fincas por la inminente salida de los niños a la calle y zonas comunes. Este jueves, el vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, sembraba el desconcierto entre los profesionales del sector al anunciar que serían las propias comunidades de vecinos quienes gestionarían el uso o no de las zonas privadas por parte de los pequeños. Pau Bonet, presidente del Colegio de Admnistradores de Fincas de Baleares, considera una temeridad dejar un escenario tan caótico en manos de los ciudadanos y advierte de un aluvión de problemas vecinales.
"Es muy peligroso dejar algo así en manos de los administradores o presidentes de la comunidad", opina Bonet en una entrevista con mallorcadiario.com. "Hablamos de una pandemia y todos los pasos que demos han de contar con un respaldo técnico que en esta ocasión no se da. El Gobierno lo deja al libre albedrío".
Según Pablo Iglesias, las directrices para la utilización de los recintos colectivos -desde escaleres, rellanos y azoteas hasta zonas ajardinadas y parques interiores en urbanizaciones- han de ser promulgadas por las propias comunidades de propietarios. Tras conocerse la decisión, el Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas (CGCAFE) instaba al Ejecutivo, y más concretamente a Iglesias, a rectificar y especificar unas normas de utilización de los elementos comunes de las fincas.
En primer lugar, desde el punto de vista organizativo, los administradores lo ven inviable. "Para tomar cualquier determinación, hay que convocar una junta de propietarios y en este momento, están prohibido. Por tanto, ¿cómo se consigue el consenso? ¿Por whatsapp? ¿Estarán todos al tanto?"
En segundo lugar, por la de conflictos vecinales que puede generar. "Muchas comunidades son un polvorín, imaginemos lo que puede ocurrir en un escenario como el que ahora se abre", indica Bonet. "Si los vecinos deben ponerse de acuerdo, ¿cuántos niños por área? ¿durante cuánto tiempo? ¿alguno acabará llamando a la Policía?", se pregunta.
Lo cierto es que para la calle las reglas están bien definidas (pueden salir los menores de 14 años, acompañados por un adulto, durante una hora como máximo al día y a un kilómetro de distancia) pero para las zonas privadas de fincas y urbanizaciones sólo se apela al sentido común. "El problema es que mi sentido común puede no ser el de mi vecino y seguro que acabamos peleando".
Asimismo, hay temor de que aparezcan los "vecinos-controladores" que se dediquen a vigilar los movimientos de padres y menores, aumentando la tensión entre los residentes. "Es lo que menos necesitamos ahora como sociedad, enfrentarnos unos con otros y que nos pongan a ejercer de policías", opina Bonet.
Por todo ello, desde el Colegio de Administradores de Fincas de Baleares esperan una rectificación pronta "o nuestros asociados no podrán transmitir ninguna solución certera al respecto".