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Aunque la calle sea el hogar de los sintecho, no les pertenece

jueves 24 de octubre de 2024, 00:00h

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La preocupación vecinal en Palma va en aumento debido al aumento de incidentes relacionados con personas sin hogar, lo que exige una respuesta integral y coordinada. Aunque la presencia de personas en situación de sinhogarismo puede generar tensiones y problemas de convivencia, abordar esta situación únicamente desde la perspectiva de la seguridad o la actuación policial sería un error. Es imprescindible reconocer que estas personas no son el problema, sino la expresión visible de una crisis habitacional que Palma, como muchas otras ciudades, padece de forma aguda.

El Ayuntamiento de Palma debe asumir su responsabilidad y ejercer sus competencias con determinación, tanto en materia de seguridad como de servicios sociales. Es fundamental que la Policía Local actúe en coordinación con los servicios de atención social para ofrecer soluciones a quienes viven en la calle. Las personas que se encuentran en la calle no solo carecen de un techo, sino que, en muchos casos, también sufren problemas de salud mental, adicciones o dificultades para acceder al mercado laboral.

La colaboración con los servicios sociales es clave para garantizar que estas personas tengan acceso a una red de apoyo que incluya atención médica y psicológica, formación laboral y, por supuesto, alternativas habitacionales dignas.

El Ayuntamiento de Palma debe asumir su responsabilidad y ejercer sus competencias con determinación, tanto en materia de seguridad como de servicios sociales

Es vital la colaboración entre las distintas administraciones y entidades vecinales, de forma que las personas sin techo reciban la atención que su situación requiere para salir del pozo en el que muchos se encuentran. No se trata solo de despejar las calles, sino de ofrecer una vía hacia la integración social, devolviendo la dignidad a quienes no tienen hogar ni apoyo familiar.

Pero de ningún modo se puede consentir ni aceptar que quienes viven en la calle voluntariamente, se apoderen del espacio público para comportarse de modo incívico y alterar la tranquilidad vecinal, menos aún en zonas de juegos infantiles. Aunque la calle sea su hogar, no les pertenece. Y si rechazan la ayuda que se les pueda facilitar, deben asumir la responsabilidad de cumplir con las normas que a todos obligan.

Botellones, peleas, suciedad y altercados varios no pueden ser la norma habitual en las plazas de Palma donde acampan los sintecho. De ningún modo.