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Asuntos fecales

Por Eduardo de la Fuente
domingo 19 de agosto de 2018, 04:00h

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Para comenzar podría recurrir al tópico de que esta ha sido una semana pasada por agua, si bien, teniendo en cuenta cómo están las playas de Palma, sería más correcto decir que ha sido una semana pasada por mierda. En el Ayuntamiento de Palma, de mierda saben un rato largo. No contentos con cómo están las calles, llevaron la mugre a la sala de prensa haciéndole la ola a Valtonyc. Ahora también la han llevado al mar.

Miren, yo nunca he sido mucho de ir a manifestaciones, lo reconozco. Recuerdo muy bien la primera a la que fui. Yo debía rondar los seis o siete años, era un chicuelín que vivía tan ricamente en la barriada palmesana del Molinar. Aquella tarde, después de comer, unos centenares de vecinos nos fuimos andando hasta la Playa de Ciudad Jardín en el Coll de’n Rabassa. Nos preocupaba que aquella playa que tanto queríamos se muriera poco a poco. Te metías en el agua y salías lleno de morques, de alquitrán. Han pasado cuarenta años y les aseguro que se me rompe el alma al ver que las cosas no sólo no han cambiado, sino que han ido a peor. No pueden imaginar las largas tardes de verano en las que salía de casa con el bañador y las chanclas y correteaba hasta Ciudad Jardín. Eran tiempos en los que ibas a la playa sin toalla ni sombrilla. El protector solar era cosa de gente rara. Volvías a casa hecho unos zorros, te pegabas un manguerazo en la terraza y te ibas a dormir con el pelo enmarañado y las rodillas llenas de costras. La verdad es que éramos unos niños un tanto asilvestrados. Cuatro décadas después me gusta volver a ese rincón que siento tan mío para compartirlo con mi hija.

Resultaría injusto cargar toda la responsabilidad de los vertidos de aguas residuales en Ciudad Jardín o en Can Pere Antoni en el actual equipo de gobierno municipal. Palma ha crecido mucho, se nos ha ido un poco de las manos porque no hemos sabido ver con cuánta velocidad cambiaba. Es responsabilidad de todos el no habernos anticipado a lo que iba a suceder. Pero lo que no puedo admitir es que el Ayuntamiento se excuse en el pasado para tapar su nula gestión. Decir que antes no se hacía nada en caso de vertidos no sirve absolutamente de nada. La regidora Neus Truyol habla ahora de un plan para nuevas depuradoras de entre 80 y 120 millones que va a pagar el Estado. Qué cachondo, los del «Madrid nos roba» llamando a Papá Estado para que nos arregle los problemas. Truyol podría haber reconocido el problema —que, insisto, viene de lejos— y decir que pondrán en marcha un plan consensuado con el resto de partidos para que no se quede a medias en el caso de que haya cambios de color político en el consistorio. No era tan difícil. Pero claro, ya les he dicho que en Cort de lo que más saben es de repartir mierda y es más fácil poner el ventilador en marcha que apechugar con las responsabilidades.

También se ha producido un vertido en Calvià, en la Cala de la Bella Dona. La diferencia es que en Calvià sí se han preocupado de las depuradoras, estaciones de bombeo, canalizaciones… Se lo toman en serio porque hace años que entendieron que la calidad de las aguas de baño es un bien imprescindible para el medioambiente que le dejaremos a nuestros hijos, para los residentes y para la gran industria del turismo.

No quiero ni imaginar qué clase de potaje hediondo se cocina en la bahía de Palma cada vez que caen cuatro gotas. En verano nos enteramos porque vamos a la playa, pero en invierno… ¿Qué no sucederá en invierno? No soy biólogo marino, mas no creo que sea necesario para plantearme qué supone la constante lluvia de pedacitos de mierda, orines y demás detritus en nuestras amadas y protegidas praderas de posidonia. De forma retórica me pregunto dónde están ahora nuestros simpáticos amigos ecologistas del GOB y los de Terraferida, esos que andan dando lecciones de cómo volver al paleolítico.

No es esta la única mierda que en Cort tienen para regalar. Si han estado atentos a las noticias habrán visto las fotografías de los manteros invadiendo la popular Calle del Jamón en la Playa de Palma, epicentro de la movida kraut en Mallorca. La situación rebasa los límites de lo aceptable. No creo que sea necesario que me extienda en ello. Los comerciantes de la zona —y de otras zonas de Palma— están que se suben por las paredes. Y al regidor Aligi Molina no se le ha ocurrido otra cosa que llamarlos racistas porque se quejan de un problema innegable y que hasta Ray Charles vería. Sí, amigos, Aligi Molina regresa a esta columna de opinión, es como uno de esos imprescindibles de fondo de armario, no puede faltar. «La campaña contra el top manta es simplemente una acción racista por construir un chivo expiatorio (…) Estoy llamando racistas a quienes lideran la campaña que engaña sobre lo que es la venta ambulante. Incluidos los partidos de derechas y algunos grandes medios de comunicación», ha dicho nuestro regidor. Molina, y su partido, Podemos, es uno de los responsables del puñetero descontrol de lo que él llama venta ambulante, siempre olvidando el epíteto de ilegal. En su sectaria mentalidad, todos aquellos que no piensan como él son unos racistas. No atina a entender —o no quiere, o simplemente no puede porque no da para más— que el hecho de que los manteros sean africanos es irrelevante. No se cuestiona el color de su piel, sino lo que hacen. Es así de sencillo. Otra vez se pone a repartir mierda a los demás basándose en su totalitaria superioridad moral.

Permítanme que me dirija personalmente al Sr. Molina….

A ver, Aligi, tú eres psicólogo, estoy seguro que sabes del comportamiento humano. ¿Cómo coño te limitas a dar una receta tan facilona? O sea, que tú eres un tipo empático, enrollao y que se preocupa de los desfavorecidos, y el resto —en este caso los comerciantes— son una pandilla de nazis que se pirran por invadir Polonia el fin de semana. Esto no va de colores de piel, esto va de sufrimiento. ¿Sufren los manteros? No lo dudo. ¿Debemos permitir su actividad en descargo de nuestra conciencia y con ello perjudicar a los comerciantes? Ni de coña. Esa no es la solución. Aligi, supongo que estudiaste la carrera en una universidad pública, una universidad pagada con los impuestos de los comerciantes. Tu sueldo de concejal también lo pagan los comerciantes. Te pagan el tiempo que dedicas a despotricar contra Israel y a hacer de mamporrero de Valtonyc. En el caso de que te sientes en tu despacho y te quedes absorto mirando al techo mientras te hurgas la nariz para sacarte un moco, incluso en ese momento de feliz evasión del mundo real, los comerciantes también te están pagando el sueldo.

Aligi, eres joven, tienes 32 años y eres regidor de la octava ciudad más grande de España, de la capital de la Comunidad Autónoma. Es una gran responsabilidad. Las cosas no te han ido mal, y me alegro, pero creo que el cargo no es que te venga grande, es que te viene oceánico, eres como un trocito de sargazo flotando en el Atlántico. Te debes a todos los ciudadanos de Palma, a TODOS, joder, a todos, entiéndelo. Y entre ellos están los comerciantes que están fritos a impuestos, que tienen que renovar sus negocios, que se pagan el autónomo e intentan contratar a trabajadores. No olvides que al igual que pagaron tus estudios y ahora tu sueldo, las ayudas que recibirán los manteros también las pagan ellos. Y también pagarán tu jubilación. Muchacho, te han votado, la democracia es así y nadie discute tu legitimidad como político electo. Ponte las pilas. Lo de escampar mierda puede funcionar diez minutos, no más.

Menuda mierda de semana… Además, se ha muerto Aretha Franklin. La forma en la que obramos en nuestra vida podría resumirse en los títulos de dos de sus canciones más conocidas: Think y Respect. Lo dejo, que me pongo ñoño. Esa es otra historia…

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