El discurso de Francina Armengol que centró el primero de los dos días del debate de política general ha servido para que la presidenta balear esboce lo que van a ser sus argumentos de cara a los próximos comicios del mes de mayo. La presidenta no ha desaprovechado la oportunidad para lanzar una serie de anuncios focalizados en cuestiones sociales y reivindicaciones históricas de la comunidad. Ayudas para el acceso a la vivienda, más gasto en educación, supresión del copago farmacéutico para pensionistas, ayudas a padres con niños hasta seis años... La relación de los beneficios anunciados se ha parecido más a los planteamientos de un discurso de investidura que a un balance del trabajo realizado durante un mandato que llega a su fin. Con la mirada puesta en colectivos muy concretos y que siempre están presentes en los discursos políticos durante los meses previos a cualquier contienda electoral.
Ha habido anuncios originales como el de las ayudas a la contratación para favorcer el retorno de ciudadanos baleares que tuvieron que salir de la comunidad a causa de la crisis, una circunstancia de la que no existe constancia pública de tener una gran demanda social. Y, por supuesto, ha habido también una referencia al REB, el régimen especial que debe compensar la insularidad y que el ejecutivo de Armengol lleva meses negociando con Madrid, primero con el PP y ahora con el PSOE. Armengol no podía permitirse el lujo de no anunciar nada en su discurso acerca del REB y por eso ha asegurado que el tema "estará cerrado" en noviembre. Tras el cambio de gobierno en Moncloa y la puesta a cero de las negociaciones, existen serias dudas de que el REB entre en vigor en enero, ya que aunque las reuniones con Hacienda se cierren en noviembre, como ha señalado Armengol, el obligado trámite en el Congreso y en el Senado complican su aprobación definitiva.
En todo caso, sería mejor un retraso de varios meses que la aceptación de un "mini-REB" que permita al Govern decir que se ha aprobado antes de las elecciones aunque en realidad no llegue a resolver los efectos de la insularidad que, a vista de lo reclamado durante años, tan difícil es de entender en la Península.
Los anuncios de Armengol han sonado a los de un gobierno recién estrenado, con nula autocrítica, guiños a los socios (eludiendo los temas acordados y que siguen aparcados) y poca concreción sobre los problemas que cada día son portada de informativos y periódicos: carreteras, trabajadores, autónomos, infraestructuras, vertidos, falta de aulas escolares... El discurso de la presidenta ha destilado más creatividad que gestión, en justa correspondencia al trabajo del ejército de asesores que concentra el Consolat; un equipo que ya tiene las miras puestas más allá de mayo del 2019 y que, a la vista de lo relatado por Armengol, no pretende complicarse el trabajo rindiendo cuentas de los años de gobierno. Han pensado que es mejor ser autocomplaciente, recurrir a mensajes amables que alivian el bolsillo y esperar a lo que hoy exponga la oposición en el segundo y último día del debate.