El ‘caso Hat’ ha revelado que el poder del conseller Iago Negueruela es superlativo. Tanto como para mandar a la mismísima presidenta del Govern a comprobar en persona el cierre de un bar, uno de esos negocios reducidos al mínimo por culpa de las injustas restricciones al ocio nocturno que ya duran demasiado y para las que no se prevé un fin en el horizonte.
Lo de la presencia de la presidenta del Govern fuera de las horas permitidas en un bar de copas del centro de Palma ha derivado en un fracasado intento de dar una versión oficial por parte del Govern.
En un comunicado oficial, presidencia del Govern ha intentado justificar la práctica nada ejemplarizante de Armengol explicando que su director de Comunicación, Álvaro Gil -presente en la expedición- sufrió un desmayo y tuvieron que quedarse frente al bar para ver si se recuperaba. En el mismo comunicado oficial se ha dado la oportunidad a la población de saber algo innecesario y que está amparado por la Ley de Protección de Datos: Gil sufre un estrés por exceso laboral por el que sigue tratamiento. Un tratamiento que le provocó el presunto desmayo.
Muy generoso Álvaro Gil al regalarle a Armengol una coartada aún a costa de dar a conocer una situación personal que debería ser íntima.
Como que lo de los desmayos -versión oficial- de Gil son de dominio público por culpa de Armengol, me permito algunas consideraciones.
Si usted está sometido a un tratamiento por estrés por excesiva carga de trabajo, ¿seguro que su médico le ha recomendado seguir trabajando?. ¿Seguro que lo que un profesional le recomendaría al paciente es salir a cenar para seguir trabajando en la cena y con compañeros del trabajo?. ¿Por qué Gil no tiene la baja médica?. ¿Ante un desmayo repentino en la calle, no se llamó a una ambulancia?. ¿Ya tiene la baja laboral?. El relato tiene demasiados agujeros.
El caso es que, a diferencia de lo que sí han hecho otros dirigentes políticos en Europa, Francina Armengol y Marc Pons -también presente en la escapada nocturna- no van a dimitir. La soberbia les puede. Da igual que se les pille incumpliendo normas restrictivas para los demás que ellos han dictado. Dimitir sería lo mínimo, pero no sucederá.
Armengol no solo se incumplió a sí misma. Incumple también a su jefe Pedro Sánchez que, en una intervención con alto contenido alarmista pidió ayer a los españoles que reduzcan su vida social al mínimo porque “la situación es muy grave”.
Sánchez echó ayer toda la carga de la responsabilidad en los ciudadanos para evitar un nuevo confinamiento. La presidenta Armengol estará en su papel, pero… ¿y la ciudadana Armengol?. ¿Sigue sin tener nada que decir?.
Del ‘caso Hat’ solo sale contento el chef Santi Taura. Puesto a desvelar intimidades, el Govern publicó en su nota que la ‘escapada’ se produjo tras cenar en su restaurante ‘Cor’, junto al Mercat de Olivar. Gracias por la publicidad innecesaria.