Armengol fracasa en Madrid

Ya resulta un clásico de la política balear. La coincidencia de gobiernos encabezados por los socialistas en nuestra comunidad y en España, lejos de proporcionarnos alguna ventaja, corrobora el aislamiento y la irrelevancia del PSIB.

Ciertamente, en el trasfondo existe un odio atávico del poder central hacia lo que representan las islas. Pedro Sánchez, María Jesús Montero, Pilar Llop y el resto de miembros del ejecutivo atesoran profundas convicciones centralistas, un marchamo que distingue al PSOE desde su fundación, tan solo matizado por la existencia de los partidos socialistas vasco y catalán, absolutamente imprescindibles para poder gobernar y, por ello, tolerados, como lo son también ERC o Bildu cuando, como ahora, sus votos ayudan a sostener a Sánchez. En cambio, que en Balears gobierne el PSIB -con sus inevitables mariachis- o el PP, parece no importar lo más mínimo en Ferraz, que humilla a Armengol una y otra vez.

Curiosamente, con Alberto Núñez Feijóo en la presidencia del PP, los populares muestran una mayor sensibilidad hacia la diversidad cultural y lingüística de nuestro país que los socialistas. Y Marga Prohens, al contrario que Armengol, sí puede presumir de contar con serios apoyos en la capital, como acredita su protagonismo en el Congreso de los Diputados en asuntos de igualdad.

Además, no podemos olvidar que Francina Armengol proviene ideológicamente del independentismo radical y que sólo por razones de conveniencia política -pues, obviamente, ni el PSM antes, ni ahora Més, han tenido jamás la más mínima posibilidad de encabezar un gobierno-, milita en el PSIB. Y eso es sobradamente conocido en la cúpula socialista, que jamás se ha planteado siquiera ofrecerle una cartera ministerial.

Armengol es una de las baronesas socialistas con menor predicamento en la capital. Cuenten ustedes las ocasiones en que la presidenta balear se ha desplazado a Madrid para ser recibida por Pedro Sánchez en La Moncloa en los últimos cuatro años. Sí, en efecto, les sobran los diez dedos de las manos. Ni una sola. La última vez en que esto ocurrió fue en noviembre de 2018, para tratar de la implantación del REB, y así nos fue.

Sánchez evita darle cancha a la inquera -a la que, personalmente, desprecia- y solo se reúne con ella cuando está de gira electoral, autopromoción o en actos multitudinarios del PSOE.

Hoy, la presidenta balear se lamenta públicamente de que su partido le vete la pretensión de limitar los alquileres, como antes le vetó la prohibición de vender viviendas a no residentes, o directamente la engañó con el REB o el convenio de carreteras. O incluso se rió en su propia cara al rechazar sin argumento alguno el traspaso de competencias en materia de Justicia, uno de los agujeros negros de nuestro régimen democrático.

Tampoco puede presumir Francina de que otros militantes socialistas de las islas ocupen puestos de relevancia en el gobierno estatal. Hay que bucear en la segunda o tercera línea para encontrar algún militante del PSIB.

En definitiva, Francina Armengol ha fracasado estrepitosamente en su relación con su propio partido, al que no ha sido capaz de arañar ni una sola de las viejas reivindicaciones de nuestra comunidad que, una vez más, habrán de esperar tiempos mejores.