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Armengol debe tomar la iniciativa frente a las protestas

jueves 14 de enero de 2021, 00:00h

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Independientemente de las formas -saltándose una prohibición expresa en plena ola de contagios- la concentración de 4.000 personas el martes para protestar por las restricciones y cierres de sus negocios ha tenido un gran impacto y parece haber cogido al Govern tan sorprendido como descolocado. La indignación crece hasta el punto de que unas pocas decenas de manifestantes volvían a concentrarse este miércoles ante el Consolat.

Los afectados critican, sobre todo, la falta de ayudas por parte de la misma administración que les obliga a cerrar, el escaso diálogo y la criminalización que sufren sectores como el ocio nocturno, la restauración o los gimnasios. Las criticas se han centrado en la presidenta del Govern, Francina Armengol, quien justifica las nuevas medidas como una herramienta necesaria para la contención de los contagios en una fase especialmente virulenta de la pandemia en Baleares. Pocos dudan de la necesidad de aprobar medidas de emergencia, pero crecen las voces que reclaman que el Govern establezca ayudas compensatorias que eviten el cierre definitivo de negocios y la condena al paro de miles de trabajadores.

Las reclamaciones no parten sólo de los afectados, las patronales, asociaciones sectoriales o la oposición política. También se han empezado a oír los mismos argumentos desde los propios socios de Armengol, especialmente desde Més per Mallorca, cuyos portavoces se han desmarcado presionando al propio Govern sobre la necesidad de incrementar el ritmo de vacunación y sobre la urgencia de aprobar un plan de rescate integral para los sectores afectados.

Armengol no debe quedar atrás. La presidenta, cuya iniciativa muchos ven apagada desde el episodio del Hat Bar, debe reaccionar, dar un paso adelante y recuperar la capacidad de acción en los asuntos clave que deben resolver el problema sanitario y el económico; o lo que es lo mismo: vacunar más rápido y destinar recursos urgentes para los sectores perjudicados por las decisiones del Govern.

Socios y afectados han marcado ya el camino, por lo que la presidenta debería tenerlo fácil para acometer los cambios reclamados. Armengol debe conjurar el cansancio que provoca una crisis tan larga y actuar con decisión -como la máxima responsable de la comunidad que es- superando el impacto de tener a 4.000 personas en la calle pidiendo su dimisión y sobreponiéndose a un resbalón que parece haber dejado una huella más profunda de lo imaginado.