La presidenta del Govern, Francina Armengol, ha recibido duras críticas por haber acudido a la inauguración del centro comercial Fan Mallorca Shopping, en el Coll d'en Rebassa. Las críticas provienen de las patronales del pequeño y mediano comercio, muy comprensibles por lo demás, aunque no ha de olvidarse que la presidenta tiene un importante papel de representación institucional que debe atender, más allá de su opinión sobre el modelo comercial y de sus preferencias y las de su partido, pues es la presidenta de todos los baleares, también de los que allí han abierto nuevos negocios, de los que allí trabajan y de los clientes que libremente decidan ir allí a hacer sus compras o sencillamente a pasear.
Las críticas más duras provienen de Toni Verger, un destacado dirigente de Més, su socio de gobierno, lo cual es aún más lacerante, sobre todo después de todo lo dicho y oído en el debate del estado de la comunidad. Pareciera como que se haya entrado en una espiral de reproches y críticas que minan la cohesión del Ejecutivo. Sobre todo si se tiene en cuenta que tan solo llevamos un año y medio de legislatura.
El nuevo centro comercial inaugurado el miércoles integra 113 establecimientos y ha supuesto la creación de 1.500 puestos de trabajo directos y otros 2.000 indirectos. Esto es algo que no se puede obviar. Y Armengol hizo muy bien en aceptar cortesmente la invitación para inaugurarlo, como principal autoridad de la comunidad autónoma. Eso no impide en absoluto que la formación que lidera, el PSIB, esté a favor del pequeño y mediano comercio, y que trabaje activamente -estableciendo incluso una moratoria de grandes superficies- para favorecer el comercio de proximidad y su promoción. Pero Fan Mallorca Shopping es una realidad que cuenta con todos los permisos, ha supuesto una inversión multimillonaria, favorecerá las arcas públicas con los impuestos que devengará. Guste o no guste, la presidenta del Govern lo es de todos los ciudadanos, también de los que ven con buenos ojos la oferta que representa el centro neonato. La descortesía puede dejársela a otros porque la presidenta del Govern no puede permitirse determinadas groserías.
