Una treintena de agricultores protagonizaron este martes una tractorada en defensa del campo mallorquín, desde Inca hasta la entrada de MercaPalma. En línea con las protestas que se llevan a cabo en otros lugares de España y espoleadas por las movilizaciones del sector agropecuario, en muchos países de la Unión Europea, que obligaron a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, a retirar la norma que obligaba a reducir el uso de pesticidas a la mitad, la que ya se conoce como la revuelta agraria está cogiendo fuerza día a día y amenaza con convertirse en un auténtico problema político y social de enorme magnitud. Con el agravante de que las movilizaciones están siendo convocadas a través de las redes sociales y por Whatsapp, al margen de las principales organizaciones agrarias de Mallorca, como Asaja, Unió de Pagesos y UPA.
Las protestas campesinas vienen motivadas por una creciente sensación de ignorancia por parte de las autoridades comunitarias, estatales y también autonómicas. Denuncian que su trabajo no resulta rentable, pues muchas veces producen a pérdidas, con unos elevados costes de producción que no cesan de aumentar, la burocracia impuesta por la Unión Europea con la Política Agraria Común (PAC) y los productos provenientes de terceros países, que no cumplen los requisitos que les son exigidos a los productores nacionales y comunitarios. La guerra de Ucrania y la elevada inflación son otros factores agravantes y que no ayudan. Pero los manifestantes saben que ahora, cuando faltan pocos meses para las elecciones al Parlamento Europeo, es el momento de alzar la voz y de hacerse oír.
Este jueves hay convocada una rueda de prensa conjunta de UPA-AIA, Unió de Pagesos, Cooperativas Agroalimentarias y Asaja, donde se darán a conocer las principales líneas de actuación del campo balear en las próximas semanas. En todo caso es bueno que así sea y que sean capaces de plantear sus reivindicaciones al conseller de Agricultura, Joan Simonet, que el mismo martes reconocía que los agricultores y ganaderos tienen razones para protestar.
Lo ratifica el hecho de que para compensar sus pérdidas por la sequía y la guerra ruso-ucraniana, el Ministerio de Agricultura bonifica a 1.105 empresas agrícolas de Baleares con una media de 707 euros a cada una. Absolutamente ridículo por insuficiente.
Es hora de trabajar para conseguir la viabilidad y rentabilidad de este sector estratégico, encargado de proveer a los mercados de alimentos frescos con los que la ciudadanía pueda nutrir sus despensas.