Escribo estas líneas teniendo en mis manos las grabaciones de las obras de Antoni Martorell y de Bernat Juliá, interpretadas por el pianista Joan Roig en el magnífico Bösendorfer Imperial de la Fundació Área de Creació Acústica, más conocida como ACA.
Pisar la casa de Son Bielí en Búger, sede de la Fundación creada por Antoni Caimari Alomar, era respirar cultura en cada poro de sus paredes. El fallecimiento de Antoni Caimari es una gran pérdida para las artes musicales en Mallorca. Porque, a pesar de que la Fundació tenga unos patronos, Caimari y ACA eran uno. Con sus virtudes y sus defectos, el pobler se dedicó en cuerpo y alma a su proyecto, de manera que pensar en ACA era pensar en Caimari. Basta recordar que este compositor vivió en Son Bielí hasta que fue trasladado a una residencia.
Hace un tiempo los patronos de la Fundació ACA consideraron que, en contra del deseo de éste, había llegado el momento de desvincular activamente a Caimari de la Fundació y también de Son Bielí, -su casa-. La salida de Caimari de ACA no ha sido en absoluto pacífica, por mucho que se le homenajeara recientemente. La tristeza que lo embargó fue un golpe mortal para su mermado estado de salud. Ser presidente de honor era casi una limosna para quien había sido el alma mater de una de las instituciones culturales más relevantes de la isla.
Nos queda su extensísimo legado como promotor cultural y como compositor -con más de 250 obras-, el sello discográfico Unió Músics , la creación del Encontre Internacional de Compositors y su colaboración multidisciplinar con nombres tan destacados como Ben Jakober, Eduardo Scala, Llorenç Balsach o Llorenç Barber entre otros.
Esperemos que la dedicación de Caimari no quede en saco roto, aunque si él ya no es ni era lo mismo. Basta ver que en la web www.fundacioaca.org aparece como miembro de honor José Ramón Bauzá, en calidad de presidente del Govern de les Illes Balears.