Ha desplazado a toda la plantilla, puede llevarse el santoral al completo e invocar al sursum corda, pero en mi opinión carece de importancia que el Mallorca se proclame campeón en esta jornada, la siguiente o la última. En realidad yo me dejaría de parafernalias y dedicaría todo esfuerzo, tanto administrativo como social y, por supuesto, deportivo a preparar el play off. Si pincha el Villarreal B y se dan las circunstancias para entonar el alirón, perfecto; pero yo no arriesgaría una lesión por un partido y un resultado que bordean la intrascendencia. Lo que hay cantar, llegado el caso, es el ascenso. Todo lo demás, agua de borrajas.
El Sabadell, que ha defraudado sus propias expectativas, no sería el anfitrión idóneo si uno se deja guiar por su relativa fortaleza como local. Si, solamente ha perdido un partido en la Nova Creu Alta, pero es que ha empatado 12 lo que en términos porcentuales equivale al 70 por ciento del total y traducido en puntos, ha perdido más de la mitad de los disputados allí. El conjunto arlequinado refleja en si mismo la tediosa mediocridad de la categoría, con un único hecho relevante: mantener todo el campeonato a Toni Seligrat, su entrenador, pese a la decepción de sus resultados.
Al darle la vuelta al folio para estudiar al Alcoyano, visitante de Son Malferit al que tiene que derrotar el Atlético Baleares, nos encontramos con algo parecido. Los alicantinos han regalado en El Collao todo lo que han conquistado fuera. Temible a domicilio, un desastre en su feudo. Sin embargo la desmotivación supone un elemento decisivo a la hora de evaluar el compromiso del lance. Y, la verdad, la paupérrima economía de terceros que aportaran estímulos extraordinarios invita a prescindir de cualquier acto de fe en sus opciones. Si, ha sumado la friolera de 25 puntos en sus viajes, casi los mismos que el líder, pero la irregularidad marca de la casa resta un nerviosismo improcedente.