En estas fechas es habitual hacer balance, personal o general, de cuanto ha dado de sí el año que acaba. Quién más quién menos no resiste la tentación y se zambulle en las fichas, notas, que ha ido dejando en algún rincón, digital o no. En ocasiones, son tantas esas anotaciones que no queda más remedio que expurgar de entre todos ellas los hechos más sensibles a tu estado de opinión.
Sin duda alguna, entre estos últimos se halla la huida de Rajoy ante la moción de censura que ha instalado en la Moncloa a un ser tan especial como Sánchez. Hay hartazgo de escuchar o leer que el hombre de la Moncloa fue elevado sobre el pavés, a la medieval usanza, por los brazos de los señores feudales vascos, catalanes, gallegos, valencianos, aragoneses y hasta un canario, deseos de izar a un hombre servil a sus intereses. Y no cabe duda de que el éxito los ha acompañado. Así, mientras Sánchez ha cogido la onda a eso del uso del Falcon, solo o con perra, seguimos esperando una explicación al no haber hecho uso de su facultad presidencial; disolver Cortes y convocar elecciones. Tal para cual; Sánchez no convoca elecciones, y a Rajoy le acompaña la nada, el silencio, y la huida hacia Santa Pola. Quizás, en aquella nefasta tarde, creyó en la palabra del «tonto esférico» prometiendo elecciones para, presuntuosamente, regenerar la democracia.
Tanto da que el 74% de los españoles encuestados estén reclamando elecciones para decidir si el ocupante debe continuar preocupándose del jardín de la Moncloa, así como de la pintura de sus paredes, sus muebles, y demás. Con un par. E igualmente, puede seguir echándose incienso sobre él y sus formas de gobierno, dado que en siete meses ha hecho más que Rajoy en siete años. Obviamente, su mundo es un tanto reducido, ya que, las pensiones estaban predispuestas por Rajoy y las subidas salariares en igual medida. Lo que no venía en la mudanza de poder eran las subidas de impuestos, el desbarajuste de la emigración, las ofensas al Jefe del Estado, la pérdida del pozo electoral andaluz. Ni por descontado tampoco se esperaba que el discurso de Torra fuese tan incendiario o más que el de meses anteriores. Si existe alguna diferencia con respecto a aquéllos, es que el diálogo es unas veces secreto, otros callado y las más un carro de insultos. Es cansino esa defensa con uñas y dientes del feminismo, acompañada de la candidez más absoluta ante las llamadas a la rebelión del Torra con los insultos a los jueces. El diálogo parece que no conduce sino al entreguismo por parte del Sánchez y al menosprecio por parte del Torra y los suyos. Y mientras todo ello acontece, el español de a pie se pregunta qué hace falta para que España reaccione ante el levantamiento diario de unos personajes que se auto proclaman únicos representantes del pueblo catalán. Son los mismos que han llevado a la ruina, a la quiebra a toda la región, nación, o país, tanto da, que no hacen sino hablar de sublevación y huelga general, por causa de una «represión insoportable». Ahora bien, no la mencionan cuando reclaman 6.000 millones de euros para pagar funcionarios, mossos, ni muchísimo menos cuando se les recuerda su deuda al conjunto de los españoles por más de 50.000 millones de euros. Esa sí que será una deuda histórica, que nunca recuperarán los españoles.
Entretanto, el PP de Casado y su nuevo equipo está en la labor de hacernos olvidar el período Rajoy y sus secuelas. Empeño tremendo y esfuerzo durísimo. El PP dejado por Rajoy, Soraya, Catalá y demás, era una especie de solar sin cercar, en el cual cabía todo, sin que nada estuviese realmente definido. Ahora se trata, ante todo, de recuperar la marca PP, darle contenido, darle rostro y limpiarla de tanta deshonestidad judicial. Al mismo tiempo, no solamente no hay que perder adhesiones por la derecha, sino conservar las del centro y recuperar las del centro derecha. Sin pánico y con firmeza, a fin de plantear al elector, con total claridad, qué es lo que está votando. De no producirse esa catarsis, el buen tono de Casado y sus próximos, el excelente parlamentarismo del líder, la apariencia honesta del presidente, no serán suficientes para que los cantos de sirena de lo que han dado en llamar ultraderecha no encandilen a más de un votante conservador. Definición, coherencia, honestidad, defensa patriótica, respeto a las tradiciones, libertad de enseñanza, impuestos proporcionales, salvaguarda de valores éticos y morales, tutela de la historia real, adelgazamiento de las administraciones, y así hasta un sinfín de propuestas que deberán llegar al elector con todas las letras. Ya no hay derechas ni izquierdas, Sánchez y los suyos acabaron con ellas. En este año no hay sino dos bandos; construcción de España o estropicio del Estado español. Sánchez y los socialistas, con sus socios, ya han elegido el suyo.