Qué mal debemos haberlo hecho los medios de comunicación y los periodistas en general para que una parte importante de la ciudadanía, en especial los más jóvenes, considere que es mejor informarse a través de las redes sociales antes que a través de la prensa (digital o en papel), la radio o la televisión. Porque alguna responsabilidad debemos tener en esta brutal desafección que ha situado al periodismo en sus horas más bajas, justo cuando es más necesario que nunca estar correctamente informados para evitar ser engañados por los fabricantes de bulos malintencionados que persiguen desestabilizar, ya sea infundiendo miedo, desconfianza en las autoridades e instituciones democráticas, o elaborando un relato distorsionado de la realidad para favorecer quién sabe qué oscuros intereses. Y sería bueno hacer autocrítica para tratar de revertir en lo posible esta calamitosa situación.
Hace unos meses se difundió en las redes que iba a producirse un gran apagón eléctrico a nivel europeo, para lo cual la gente debía hacer acopio de todo tipo de productos básicos para resistir el tiempo que durase la falta de energía. Muchos se lo tragaron y conozco gente mayor que atemorizada, consultaba a sus hijos sobre lo que había que hacer. Luego, como cabía esperar, ni apagón ni nada. En los tiempos que corren, un vídeo ridículo de tres minutos colgado en TikTok por un absoluto desconocido, tiene más fuerza que una noticia en el periódico desmintiendo lo que a todas luces parece una ocurrencia sin el menor fundamento.
La semana pasada, media Mallorca recibió a través de WhatsApp un audio, supuestamente difundido por un camionero, que aseguraba que el lunes "no se moverá ni dios". El exaltado defensor de la huelga indefinida de camioneros garantizaba que los supermercados quedarían desabastecidos ya que no llegarían suministros de la península y recomendaba comprar de todo durante el fin de semana. Debió confundir sus deseos con la realidad porque no ha habido tal paro indefinido de transportistas, sino afortunadamente un poco de retención en la Vía de Cintura de Palma, por unos cuantos camiones que marchaban lentamente para protestar por la escalada del precio del gasoil. Pero la mera difusión del alarmante audio de autor anónimo, provocó que algunos incautos vaciasen las estanterías de carne de unos pocos supermercados, pese a los mensajes tranquilizadores de autoridades y suministradores de alimentos. ¿No es preocupante?
Ante esta desalentadora realidad sólo se me ocurre que los medios de comunicación deberían hacer un esfuerzo mayor de que ahora hacen, que es imperceptible, para que los jóvenes vuelvan a confiar en el periodismo. Es preciso que en las redacciones haya periodistas jóvenes y que su criterio sea tenido en cuenta para poder enganchar a aquellos que dan más credibilidad a una memez difundida en las redes que a una noticia firmada por la Agencia EFE, quizás porque no saben ni lo que es.
Los medios tradicionales ya no conectan con ellos porque ni siquiera son capaces de hablar su idioma, ni les resultan atractivos. Por eso optan por desinformarse a través de canales de YouTube o Twich. Y por eso comparten cualquier cosa que les llame la atención, normalmente por negativa. Lo peor es que nadie parece preocupado por este desastre, que unido al desplome de la calidad de la educación, hace que avancemos con determinación al precipicio de una ciudadanía cada vez más ignorante, lerda y desinformada.