El cierre de los colegios y el confinamiento en casa de los alumnos ha provocado que la educación "online", junto con la ayuda de padres o hermanos, sea casi la única forma de seguir el curso escolar, lo que conlleva desventajas para los alumnos rezagados y aquellos más vulnerables.
Estudiantes de hogares con más bajo nivel socioeconómico pero también aquellos a los que les cuesta más seguir los estudios en el día a día, e incluso los chavales con alguna discapacidad como las personas sordas, pueden encontrar en estos momentos de cierre de centros un hándicap para su ritmo de enseñanza.
"Hay que evitar la profundización de la brecha o desigualdad educativa", asegura a Efe el profesor de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y exdirector del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) del Ministerio de Educación, Ismael Sanz.
"Aunque cada vez con menos intensidad, no todas las familias tienen un buen acceso a internet y algunos ordenadores pueden ser obsoletos", argumenta.
A la vez, los alumnos con padres con bajo nivel socioeconómico o formativo "no les pueden ayudar con sus tareas escolares" y pueden retrasarse frente al resto
"Una parte del aprendizaje podría no recuperarse", alerta Sanz, también experto en investigación en Economía de la Educación, Política Fiscal y Crecimiento Económico y ex director general de Innovación, Becas y Ayuda a la Educación de la Comunidad de Madrid.
La propia ministra de Educación, Isabel Celaá, ha reconocido estos días que su departamento y las comunidades trabajan para que la brecha educativa, que "existe" por circunstancias diversas, no provoque ahora que nadie pierda el curso por el coronavirus.
De hecho, se están identificando a aquellos que no puedan acceder a la educación "online" e incluso se trabaja la posibilidad de que a través del móvil también se transmita contenido educativo.
APRENDIZAJE MAYOR EN CLASE PRESENCIAL
"El aprendizaje es mayor con las clases presenciales que en el formato 'online', sobre todo para alumnos rezagados que necesitan de más refuerzo personal e individualizado", señala un reciente estudio de los profesores Joshua Goodman y Amanda Pallais (Universidad de Harvard) y Julia Melkers, (Georgia Institute of Technology), recuerda Sanz.
Pero otro artículo de Goodman habla de que los efectos académicos de la suspensión de clases "pueden atenuarse si hay una respuesta coordinada y no se alarga en el tiempo".
Sanz ve el lado positivo de esta situación que nos ha tocado vivir: "es una oportunidad para mejorar el formato de la educación a distancia", que se parezca más en calidad a la presencial y en capacidad de tutorización.
Tras la pandemia, Sanz propone recuperar un programa similar al Plan PROA (Programas de Refuerzo, Orientación y Apoyo), de cooperación territorial entre Educación y las comunidades, y que abordaba las necesidades asociadas al entorno sociocultural del alumnado.