Ha llegado. Efectivamente, esta noche es Nochebuena. Se vienen los días en que hacemos balance, en que solemos hablarnos en voz alta echándo cuentas del año que dejamos atrás. Es el momento de mostrarnos satisfechos por los objetivos alcanzados y, a la vez, inconformistas frente a las tareas inacabadas y los retos que se presentan en el futuro.
¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando recibíamos esperanzados este 2015 que ya nos deja. Y nos deja con muchos cambios, con mucho hecho pero también con mucho por hacer. Sin ir más lejos, en lo político, nos hallamos ante un escenario desconocido hasta la fecha pero que resulta, a todas luces, apasionante. Mucho se ha hablado y más que se hablará acerca de los resultados por todos conocidos de las elecciones del pasado domingo pero, lo que tengo claro, es que me niego a pensar que tras lo sucedido nos veamos abocados sin remedio a la celebración de unos nuevos comicios. ¡Vaya! Ahora resultará que como nadie ha obtenido una mayoría de las que todos los analistas han venido a considerar suficientes sumando voluntades de los partidos de la misma cuerda, no nos queda más remedio que volver a convocarnos a todos para ver si nos lo hemos pensado todo un poco mejor.
Seamos serios. España está cambiando, los españoles estamos cambiando, como no puede ser de otro modo. Llevamos ya cerca de cuarenta años de democracia, tenemos que dar gracias porque los errores del pasado permanecen solo en el recuerdo para no volver a repetirlos y contamos con una juventud que ha nacido, crecido y se ha formado en libertad. Como pueblo hemos avanzado y evolucionado, aparecen nuevas tendencias, otras formas de ver la realidad. Por tanto, simplemente era cuestión de tiempo que tuviéramos un cambio de escenario político con más participantes y diversas formas de concebir y contemplar nuestro futuro.
Y esa España ha hablado. Y, contra lo que pudiera pensarse, ha hablado alto y claro. Resulta evidente que ningún partido acabó del todo satisfecho tras los resultados del domingo y eso es así porque los españoles no hemos votado en clave de mayorías absolutas. Por primera vez, no nos encontramos dos bandos, dos únicas respuestas, sino que hay más puntos de vista. Y lo que de verdad se deriva de los resultados del domingo, lo que en definitiva pedimos en estos momentos no es otra cosa que diálogo. Nosotros, como pueblo, ya hemos cumplido entregando nuestro voto, depositando nuestra confianza en aquellas soluciones que creemos mejores. Ahora llega el turno de los elegidos.
Es cierto que no será fácil llegar a acuerdos. Lógicamente, si todos tiran de frío programa electoral, los pactos parecen sencillamente imposibles. Pero eso no es lo que los españoles hemos querido decir. Desde mi humilde punto de vista, tras el 20D, nuestros representantes tienen ante sí uno de los retos más importantes de la historia reciente de nuestro país. Deben darse cuenta de que los resultados del domingo no hablan de ingobernabilidad sino de la imperiosa necesidad de dialogar para pactar, ceder, transigir, estirar los programas electorales por el bien del país y en perjuicio de inmovilismos trasnochados. Efectivamente, son momentos en los que se precisa actuar, más que nunca, con serenidad, con generosidad, sin fanatismos, teniendo en cuenta, por encima de intereses de partido, que se está negociando en nombre de todos nosotros. Ahora solo espero que durante estos días de reencuentros y reflexión seamos conscientes de lo que nos estamos jugando y que todos los partidos actúen con responsabilidad y con la necesaria altura de miras. Los resultados son esos y ha llegado el momento de mostrar verdadera madurez democrática.
Mientras eso sucede, que espero suceda, disfrutemos de una noche especial, en familia, junto a nuestros seres queridos, con salud… mucha salud. Les deseo que sean muy felices, que se cumplen todos sus sueños y que, sobretodo, nunca dejen de soñar. Feliz Nochebuena y Feliz Navidad.