Quinta noche consecutiva de violencia y disturbios en las calles de Barcelona y en la que el Sistema d'Emergéncies Mèdiques, SEM, ha atendido al menos a 182 personas por diversas heridas sufridas durante los altercados (152 de ellas en Barcelona). Tres de los heridos presentan contusiones oculares y una contusión facial.
Los enfrentamientos, que se han saldado con 54 detenidos, fueron especialmente violentos y se prolongaron durante más de seis horas: desde las siete de la tarde hasta la una de la madrugada aproximadamente.
Los violentos cercaron primero la sede central de la Policía Nacional. Allí levantaron barricadas, incendiaron contenedores y arrojaron todo tipo de objetos a los agentes que se hallaban en el lugar.
Minutos después, los manifestantes se dirigieron al centro de la ciudad donde los Mossos tuvieron que hacer uso de una tanqueta con cañón de agua para hacerles frente.
Sin embargo, las protestas se extendieron a calles y barrios que hasta el momento habían conseguido mantenerse ajenas a los incidentes.
El punto más caliente de los enfrentamientos se localizó en el cruce la vía Laietana con la plaza Urquinaona en el que, por cuatro horas, los independentistas más violentos lanzaron piedras y adoquines arrancadas con picos y palos del suelo, petardos y bolas de acero a los agentes.
El ministro del interior, Fernando Grande-Marlaska, informó el mismo viernes que el núcleo de violentos lo conformaban unas 400 personas y advirtió que se aplicará con “toda contundencia” el Código Penal “tanto al independentismo violento como al que actúa al margen de la ley, recordando que algunas conductas que están realizando están tipificadas hasta con seis años de cárcel”.
Por su parte, el president de la Generalitat, Quim Torra, guardó silencio ante lo que estaba ocurriendo mientras el conseller de interior, Miquel Buch, cargó la culpa de la violencia a “grupos organizados” y pidió a los ciudadanos que los “aislaran”.