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Alcohol y tabaco no pueden ser tan fáciles de adquirir por los más jóvenes

lunes 25 de junio de 2018, 22:00h

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Proyecto Hombre atiende cada día en Balears una media de 532 personas que se esfuerzan para superar sus adicciones al alcohol o las drogas. La cifra se ha conocido tras publicarse el informe que la entidad ha elaborado coincidiendo con sus primeros 30 años de actividad. Tras años en que las terapias se centraban en el tratamiento para superar la adicción a otras sustancias, en la actualidad la lucha contra la cocaína y el alcohol concentran la labor de la organización encabezada por Tomeu Català. Los adictos a ambas sustancias suman más del 67 por ciento de los atendidos.

El trabajo de entidades como Proyecto Hombre se centra en adicciones que suponen un gran riesgo para la salud y para la vida. Pero hasta llegar a ellas, quienes las sufren se iniciaron en el consumo de otras sustancias que no se perciben tan peligrosas y que, en algún caso, tienen un elevado componente social.

La temprana edad con la que niños y niñas se inician en el consumo de alcohol y tabaco representa un elemento de riesgo determinante a la hora de alertar sobre futuros consumidores de otras sustancias más nocivas. Comúnmente, se llega a la droga después de haberse iniciado en los hábitos del tabaco o el alcohol.

Este lunes conocíamos una encuesta de la Dirección General de Salud Pública que indica que el 80 por ciento de los menores de edad en Balears han consumido alcohol, mientras que un 31 por ciento aseguraba haber fumado tabaco en el último año; un porcentaje que escala hasta el 40 por ciento en el caso de las chicas.

El dato positivo de la encuesta es el retraso de la edad de inicio en estas prácticas hasta los 14 años. Y el dato sorprendente, que los adolescentes perciben el cannabis como menos nocivo que el tabaco.

Queda mucho recorrido aún para conseguir que la sociedad, en esta materia, alcance unas prácticas plenamente saludables. La labor de entidades como Proyecto Hombre son encomiables, pero su trabajo llega cuando el daño ya está hecho. Hay que apoyar iniciativas de este tipo, pero antes convendría centrarse en una mayor formación de los más jóvenes, evitarles ejemplos sobre el consumo de determinadas sustancias y, sobre todo, impedir de una forma eficaz su acceso al alcohol y al tabaco que, hoy en día, en sociedades como la nuestra, son productos que resultan muy sencillos de adquirir por los más jóvenes en supermercados o tiendas de barrio.