Al Molinar, Port petit
Por
Miquel Pascual Aguiló
viernes 28 de noviembre de 2014, 11:43h
Este es el slogan que emplea la ciudadanía en general, (contra la voluntad de una parte muy importante de los socios del Club Marítimo Molinar de Levante), personas sin vinculación política alguna, otras sí, otras pertenecientes a entidades ciudadanas, vecinos, comerciantes, industriales, organizaciones que defienden el medio ambiente y la historia de la barriada y su actual estatus de pulmón de la ciudad como es la entidad constituida por la Plataforma Salvem el Molinar, ARCA, GOB, Vogar i Ciar, Amics de la Terra y Greenpeace.
La ampliación del puerto, ahora totalmente integrado en la fisonomía de la barriada, es el producto de una operación urbanística, otra más como la que nos tienen acostumbrados los peporros, que pretende, arropándose en la bandera de que la entidad, o sea el Club es una entidad sin ánimo de lucro, enmascaran una operación económica de largo recorrido, ¿en beneficio de quién?.
Que la entidad sea una asociación sin ánimo de lucro lo único que significa es que no puede repartir beneficios, pero no que sus componentes a título personal no puedan meterse en el bolsillo unos buenos dineros vendiendo amarres, alquilándolos, o simplemente traspasándolos. Será por eso que las malas lenguas viperinas van aireando la vil sospecha que alguien de la directiva va haciendo acopio de manera fraudulenta de amares para con la ampliación y el cambio de amarres tener la vida asegurada para ellos y para sus familias. Sería cuestión de que algún socio del club lo preguntara en la próxima asamblea, para conocer de primera mano que hay de cierto en esta sospecha. En cualquier caso, yo creo que no debe ser verdad tal fraude, no quiero creer que sean tan tontos como para ponerse los amarres a su nombre y no de amigos y familiares diversos.
Lo que si es cierto es que el Presiente del club es a la vez el presidente de la Junta Local, o como se llame, de la barriada del Molinar del Partido Popular, por lo que, de momento y sin señalar a nadie, no sorprenden las declaraciones del Presidente de la APB Alberto Pons Fernandez cuando dice que está de acuerdo absolutamente con la ampliación y las loas que lanza a la iniciativa, (no sea cosa que se quede sin cargo público del que chupar y se le termine el abrevadero público), y al que quiero recordarle sus declaraciones a la revista Gaceta Náutica núm 137 de noviembre de 2013 que “Los puertos son de todos los ciudadanos, no de la APB”. ¡Por la boca muere el pez! Y que malas son las hemerotecas.
Por como defienden la ampliación del puerto tanto uno como otro, está clara una absoluta connivencia entre uno y otro, en contra de la opinión del actual alcalde del PP de Palma, Mateo Isern, que anunció que no apoyaba el proyecto de ampliación del Club Marítimo del Molinar porque tiene «una escala desproporcionada» y no cuenta con el consenso de los vecinos de la barriada e instó a los promotores a «redimensionar el proyecto a una escala más idónea para las proporciones paisajísticas del Molinar». El problema para la opinión de la mayoría de habitantes de Palma es que Isern no “es uno de los nuestros” del PP.
Otro dato negativo que parece indicar que todo está atado y bien atado es el siquiente dato. Existe, desde el tiempo de la construcción de la Autovia de Levante, una reivindicación de los habitantes de la barriada del Molinar de tener otra salida a la autopista que desviara el tráfico de los coches provenientes del Coll d’en Rebassa hacia el centro de Palma y viceversa. Pues bien, originalmente este desvío estaba programado realizarlo a través de la calle Ciutat de la Plata, pero ese enlace no permitía la entrada en la barriada de barcos de hasta 20 metros de eslora. ¡Solucionado!, el Consell de Mallorca, a través del Departamento de Urbanismo y Territorio, está ejecutando el proyecto del nuevo enlace de la autopista de Levante con el Molinar directo a la calle Golfo de Cadiz, la única calle de La Gruta que permite la entrada de los barcos de hasta 20 metros de eslora, y girar a través de la calle Vicari Joaquim Fuster, frente al mar, hasta las dependencias del Club Marítimo Molinar de Levante.
Es imperdonable que las administraciones públicas consientan que encabecen esta propuesta de ampliación las mismas personas que han dejado que se hundiera el puerto, que no han sido capaces de mantenerlo en buen estado de uso porque, según ellos, no tenían dinero, o han tenido interés en que se hundiera, y en cambio ahora puedan sacarse de la mano que aparezca un o unos mirlos blancos que manteniendo y aún aumentando los derechos de los actuales socios vayan a poner dinero para ampliar el puerto. No sería extraño que la historia que normalmente pone a cada uno en su sitio, a veces tarde, descubriera los intereses que se ocultan detrás de un negocio como este. Y no hablo de los socios, que desde su buena voluntad votan una y otra vez las propuestas de la junta directiva, eso sí, a mano alzada (para saber quién vota si o vota no), sin darse cuenta que están pisando un campo de minas y que en cuanto se haga la ampliación, los socios nuevos, que serán mayoritarios, van a darles una patada, en salva sea la parte, para quitárselos de en medio, aumentando, por ejemplo las cuotas, eso sí, ahora también por legal acuerdo mayoritario de una asamblea convocada legalmente al efecto. Y si no al tiempo.
Otra forma, como muchas de las empleadas antes por las huestes peporras, de usar el urbanismo a la carta, de usar los dineros públicos para asuntos privados, una forma de enmascarar el interés particular y privado de unos pocos, como respuesta a demandas públicas.
La barriada no quiere una ampliación del puerto desproporcionada, no quiere que se rompa la tranquilidad de todos los paseantes por la ribera del mar que pueden hacerlo sin el molesto e irritante ruido de los aparejos metálicos de los barcos de gran eslora que pretenden traer a este puerto y que les va a recordar siempre al ruido del metálico que hayan podido meterse en el bolsillo los cabezas pensantes de este desaguisado.
Lo dicho ¡Al Molinar, Port petit!.