Al filo de la sospecha
lunes 12 de marzo de 2018, 20:09h
Llámenlo corporativismo, que no lo es, pero no tengo por qué dudar de la veracidad de la noticia lanzada por Paco González en la cadena Cope al anunciar que Robert Sarver, primer accionista del Mallorca a través de la sociedad Liga ACQ Legacy Partners, está a punto de comprar otro club de Segunda B en España. En primer lugar la información sale de Madrid, no de Palma, estas cosas no se dicen porque si y sin ningún interés visible y, en último término, creo más al compañero que a la negativa de Maheta Molango a quien, por otra parte, el jefe no tiene por qué informar de su vida, de sus proyectos o de sus planes.
La primera reacción es constatar que el Consejo Superior de Deportes prohíbe que una misma persona física o jurídica posea acciones en dos SAD que compiten en la misma liga. No obstante nos hallamos en el imperio del “hecha la ley, hecha la trampa” y nada impediría que el americano o alguno de sus socios se desprendiera de sus participaciones en el Mallorca y constituyera otra fondo de inversión para ostentar la propiedad de otro club cualquiera. Sin olvidar que en la categoría en cuestión hay entidades no profesionales y habría que ver hasta qué punto se podría impedir la operación.
Se da una tercera posibilidad que, además, se viene apuntando hace tiempo desde la sospecha y es que Sarver y sus socios decidan vender sus acciones y marcharse con la música a otro lugar de la geografía española. No cabe dar nada por sentado y, créanlo, cuando el río suena agua lleva.
A ver si las autoridades autonómicas se dan cuenta de una vez de sobre qué y con quién tratan y se lo piensan mejor antes de otorgar subvenciones o apoyos más que discutibles a clubs deportivos que lo único que tienen de mallorquines es la conservación interesada de sus nombres. Y esto vale tanto para el futuro del Lluis Sitjar como del Estadio Balear.