El Consell de Mallorca se dispone a contabilizar los vehículos que circulan por determinadas carreteras de la isla y que la consellera insular de Territorio e Infraestructuras, Mercedes Garrido, considera “muy saturadas”. Se trataría de la carretera de Formentor, el Port de Valldemossa y Sa Calobra, lugares emblemáticos y hermosísimos, de postal podría decirse, cuya belleza quieren disfrutar muchos de los turistas que nos visitan, así como los residentes. El Consell afirma que no quiere basar sus decisiones en percepciones subjetivas, sino en datos reales, y que una vez se disponga de esos datos que proporcionará un sistema técnico de contaje durante la temporada estival, se analizarán y se adoptarán decisiones “valientes” para ordenar el tráfico.
Esta medida es muy razonable, pues es mejor tener datos matemáticos sobre la mesa y no apreciaciones, aunque la consellera no se privó de verter sus apreciaciones personales que a todas luces distorsionan la situación. Sin embargo y si de lo que se trata es de adoptar medidas para evitar la saturación, es muy contradictorio que el Consell de Mallorca continúe sin licitar y dar comienzo a las obras de la reforma de la carretera de Llucmajor a Campos, una de las vías con mayor índice de accidentalidad, claramente saturadas de tráfico ligero y pesado.
Hace años que esta carretera ya debería estar construida y es inconcebible que desde la institución insular, a punto ya de doblar el ecuador de la legislatura, no sean capaces de abordar este proyecto tan necesario para toda la comarca de Campos. Desde este punto de vista, toda apelación a la saturación de las vías interurbanas suena artificial porque lo que se está insinuando son siempre restricciones a la circulación y a la libertad de movimientos de residentes y turistas y nunca la adaptación de las carreteras a las circunstancias de los usuarios y las necesidades existentes en la actualidad.