El malestar psicológico del confinamiento empeoró en personas en estadios previos a la demencia y se prolongó durante la desescalada de la Covid 19, según un estudio liderado por el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), con sede en Barcelona. El trabajo, en el que también han participado investigadores del Barcelona βeta Brain Research Center (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, ha encontrado eco en la prensa científica internacional.
El proyecto ha demostrado que el empeoramiento de la salud mental y del estado de ánimo de las personas de edad avanzada en riesgo de desarrollar demencia, provocado por las medidas de confinamiento, se mantuvo durante las primeras semanas de desescalada. Para averiguar el impacto real de las medidas de aislamiento, los investigadores realizaron seguimiento a 16 personas, de entre 60 y 80 años, sin síntomas de Covid, todas ellas participantes en el estudio PENSA de prevención del deterioro cognitivo en estadios previos a la aparición de la demencia.
Su actividad se monitorizó de forma exhaustiva cada día, y también con periodicidad semanal y mensual durante dos meses, circunstancia que permitió comparar su evolución antes, durante y después del confinamiento.
El deterioro cognitivo subjetivo está considerado como un estadio preclínico de la enfermedad de Alzheimer y las personas que lo sufren son candidatos ideales para ensayos de prevención de la demencia.
MALESTAR PSICOLÓGICO
Los datos obtenidos han permitido determinar, según ha explicado Natàlia Soldevila-Domènech, investigadora del Grupo de investigación en Farmacología Integrada y Neurociencia de Sistemas del IMIM-Hospital del Mar, que "durante los meses de confinamiento domiciliario estricto, todos los participantes experimentaron un aumento del malestar psicológico general y de los síntomas de ansiedad y de depresión, sobrepasando el umbral patológico".
Como novedad, el seguimiento se hizo con herramientas de monitorización a distancia, como aplicaciones de telefonía móvil y pulseras de actividad física. Aunque el rendimiento cognitivo de los participantes no mostró cambios relevantes en el período de seguimiento, sí varió la actividad física diaria, que se redujo a la mitad, pero en la desescalada se recuperó de forma rápida.
Las horas de sueño también mostraron una gran variabilidad entre los participantes y, a su vez, los aspectos relacionados con la salud mental registraron un empeoramiento durante el confinamiento que se mantuvo una vez se empezaron a levantar las restricciones, a veces, durante un período de más de un mes. Así, todos los participantes en el estudio fueron clasificados con un posible trastorno mental, mientras que antes de la Covid solo uno de ellos entraba en esta categoría.
DESORDEN EMOCIONAL
Igualmente, el 56 por ciento probablemente sufrían, o se acercaban a hacerlo, un desorden emocional durante el confinamiento, casi el doble de los que lo hacían antes (31 por ciento), a causa de un aumento de los síntomas de depresión.
Según el estudio, el aspecto que más empeoró fue el estado de ánimo. En los participantes con peores registros, esta variable continuó empeorando durante la primera semana de desescalada, manteniéndose así durante todo el período estudiado. La percepción propia de la salud mental se deterioró entre los participantes durante el confinamiento, y permaneció al levantarse las restricciones.
Estos resultados demuestran, según Rafael de la Torre, director de investigación en Neurociencias del IMIM-Hospital del Mar, que "el impacto indirecto de las medidas de distanciamiento social en la salud mental de individuos con un riesgo elevado de enfermedad de Alzheimer puede tener consecuencias a largo plazo".