Ya hemos aceptado promesa electoral como animal acuático. Nadie se escandaliza por el hecho lamentable de que un político prometa algo que no puede cumplir o que ni siquiera se planteó cumplir nunca.
Con los recortes de la Sanidad el sonrojo es mayúsculo y el ridículo insuperable. Promesas incumplidas. Hasta llegamos a creernos que no iban a hacer recortes en Sanidad ni Educación. No ha sido así.
Al final, y lo que es peor, como aquel marido descubierto in fraganti que repite aquello de “cariño, esto no es lo que parece”, el Govern se empecina en hacernos creer que aunque recorte no recorta. Cerrar hospitales es de lo peor que pueden plantear y no dirigente político que resista indemne a la presión social que ejercen tan nefastos titulares. Ya se verá.