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Acoso por dádiva

Por Francesca Jaume
miércoles 13 de noviembre de 2013, 06:51h

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“No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz”.


 No lo digo yo, lo dijo la Madre Teresa de Calcuta.

 

Vaya por delante que no me posiciono contra el trabajo solidario de las ONG, sin embargo, hay algo de algunas de estas entidades que está empezando a cargarme un poco. Los que soléis cruzar la calle Sant Miquel de Palma a buen seguro que me entenderéis enseguida.

Ir de la Plaza España a la Plaza Mayor se ha convertido en toda una carrera de obstáculos. Es casi imposible cruzar de lado a lado sin tener que sortear a tres o cuatro jóvenes voluntarios de distintas ONGs que te paran para pedirte que les dediques "sólo" 5 minutos en los que te intentarán convencer de que si eres buena persona tienes que hacerte socio.

Y claro, si pasas rápido pareces un mal educado, pero tener que ir dando explicaciones a todos también llega a agotar. De hecho, llegan a hacerte sentir como una persona insolidaria: “¡pero si sólo son 15 euros al mes!” te dicen. Un día accedí a hablar con uno de esos chicos y le expliqué que no me haría socia de 'su' ONG porque tengo un niño apadrinado y colaboro económicamente cada mes con otra entidad muy conocida que se dedica los refugiados. Su respuesta: “Ah, perfecto, ¡si eres socia de dos puedes serlo de tres!”.

Yo les entiendo en parte, se ha basado la subsistencia (económica) mucho tiempo en las ayudas institucionales que cuando éstas han disminuido y las bolsas de pobreza han aumentado se han visto con el agua al cuello. La economía subsidiada acaba por fracasar en la mayoría de ocasiones. Y luego se traslada la responsabilidad de la salvación en el ciudadano de a pie.

No. La solidaridad no es un tema para presionar de esta manera a la gente. Estamos hablando de formas. Puede parecer que al estar refiriéndonos a ONGs -muy reconocidas y serias por cierto- se les tiene que tratar con benevolencia, pero considero que se tendría que poner mesura a la presencia de captadores en medio de la calle -y  también en parkings públicos-, por muy buena que sea causa por la que trabajan.

Si el Gobierno está haciendo una ley para parar el asalto de llamadas de compañías telefónicas, y Cort limita el trabajo de músicos ambulantes, estatuas y payasos en la calle, no estaría de más que procuraran que los ciudadanos puedan pasear sin estos agobios por el centro de Palma.

 

Corolario: Si nos hacemos socios de todas las ONG luego se tendrá que crear una ONG para salvarnos a nosotros.
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