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Acierta la industria turística al plantar cara a los residuos plásticos

martes 26 de junio de 2018, 22:00h

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La industria turística balear se ha lanzando a una campaña para eliminar la ingente cantidad de residuos plásticos que generan muchas de sus actividades. Bolsas, envases, vasos de plástico, pajitas, 'amenities' de baño, botellines de agua de un solo uso... La normativa europea, a la que se ha sumado la nueva ley de residuos del Govern balear, marca obligaciones claras en este sentido en el horizonte del año 2020. Las grandes compañías se han puesto en primera fila a la hora de adoptar medidas.

Barceló, Iberostar, Meliá, Piñero han decidido eliminar los plásticos de un solo uso o no degradables de todas sus actividades a lo largo de los próximos meses. Este mismo martes se sumaba el Hotel BH de Magaluf a esta iniciativa. Las compañías han decidido reemplazar estos productos contaminantes por otros fabricados con materiales alternativos como cristal, cartones compostables o materiales a base de vegetales renovables, de los que ya existen multitud en el mercado.

El sector siempre se ha mostrado puntero en la adopción de medidas medioambientales de responsabilidad social, consciente de que el negocio turístico depende en buena medida de la sostenibilidad de los destinos. Por ello colaboran en sacar estos materiales nocivos del circuito de tratamiento de residuos y reducir notablemente la contaminación que suponen. Su acción contra los materiales plásticos no degradables retirará del circuito millones de unidades y significará miles de toneladas menos de residuos de este tipo cada año. Sólo en el caso de Iberostar, por ejemplo, se generarán 200 toneladas menos de plástico al año.

La actuación de las grandes compañías turísticas baleares se produce en un momento de gran sensibilización social en torno a la contaminación producida por el plastico, tanto a la hora de su recogida y tratamiento, como por los vertidos incontrolados en las aguas de los océanos. Se calcula que un plástico puede tardar entre 100 y 1.000 años en descomponerse (un botellín de agua, unos 500), y que cada segundo se vierten en el mar 200 kilos de este material. Son datos que reflejan la dimensión de un problema a nivel mundial, que impacta de forma muy negativa en la conservación del planeta y en la vida de muchas especies animales. Acierta, por tanto, la industria turística en poner su grano de arena implicándose directamente y dando ejemplo de cómo afrontar un problema que afecta a todo el mundo.