Uno de cada cinco menores de edad sufre algún tipo de abuso sexual antes de cumplir los 18 años y, en un 85 por ciento de los casos, la persona agresora pertenece al entorno cercano del menor.
Estos datos, que forman parte de la información divulgada por la Conselleria de Afers Socials i Esports del Govern, resultan clarificadores en torno a la realidad de un problema que en el conjunto de España afecta al 22,5 por ciento de las niñas y el 15.22 por ciento de los niños y adolescentes que todavía no han alcanzado la mayoría de edad, y que en Europa sufren uno de cada cinco menores.
Ahora bien, ¿qué se entiende exactamente por abuso sexual? Según explica la Fundación Rana (Red de Ayuda a Niños Abusados), una entidad radicada en Mallorca y constituida formalmente en 2006 por parte de profesionales especializados en atención infantil, este concepto engloba cualquier contacto físico, con o sin acceso carnal, impuesto a un menor sin su consentimiento pero sin ejercitar violencia ni intimidación.
Contrariamente a la creencia general, un abuso sexual puede incluir penetración vaginal, anal u oral, además de digital, así como caricias y proposiciones verbales explícitas, visionado de pornografía o de actitudes sexuales en presencia del menor, o hablarle de temas que pudieran considerarse obscenos por cualquier medio disponible, ya sea el teléfono, internet o, por supuesto, presencialmente.
HOGARES DE TODOS LOS ESTRATOS SOCIALES
Entre las informaciones que la Fundación Rana da a conocer a través de sus medios y plataformas de comunicación, cabe destacar dos aspectos cruciales: el primero, que el abuso sexual no se limita a determinados ambientes o estratos sociales, ni necesariamente tiene lugar en hogares desestructurados, sino que también en familias o entornos en apariencia más normalizados pueden ocurrir este tipo de situaciones; y el segundo, que los menores acostumbran a guardar silencio en relación a los abusos de que son víctimas.
Los motivos de esta última conducta por parte de estos niños y niñas son diversos. En muchas ocasiones, tiene que ver con la actitud amenazante del adulto abusador, que les conmina, bajo chantaje o coacción, a no contar absolutamente a nadie las prácticas de que han sido objeto. Este comportamiento silente del menor también guarda una directa relación, tal como expone la Fundación Rana, con el sentimiento de vergüenza que puede sentir el pequeño tras haber sido víctima de este tipo de agresiones. En ocasiones, incluso, el menor puede albergar la sensación de que su versión de los hechos no resultará creíble, y que su entorno le culpará de cuanto haya podido acontecer.
SECUELAS EN LA VIDA ADULTA
En este sentido, la Fundación Rana defiende la necesidad de que estas situaciones sean analizadas y valoradas de manera estricta y escrupulosa, y siempre en interés del menor, porque, de no ser así, las víctimas de las agresiones sexuales corren el riesgo de arrastrar, a lo largo de su vida adulta, los devastadores efectos psicológicos y emocionales de haber sido víctima de una situación de abuso.
Desde Baleares, la Fundación Rana está desarrollando diversas acciones para erradicar esta lacra social. Así, unos cinco mil niños y adolescentes residentes en las islas participaron, en el transcurso de 2020, y a pesar de las limitaciones impuestas por la pandemia de la Covid 19, en más de 250 talleres de prevención del abuso sexual infantil.
La educadora social de la Fundación Rana, Patricia Raduán, explica que el objetivo de estos talleres es trabajar en la prevención y dar a conocer una cuestión que todavía hoy es considerada en muchas ocasiones un tabú.
Para Raduán, a pesar de que se sabe que hay menores que son víctimas de abusos, desde los centros educativos constituye un aspecto complicado para trabajar. Sin embargo, a través de los talleres se puede colaborar con los docentes para hacer frente a esta problemática.
'ESTELA, GRITA MUY FUERTE'
El programa de prevención está financiado con el 0,7 por ciento del IRPF Social que gestiona la Conselleria de Afers Socials i Esports, y además de ayudar directamente a los niños y adolescentes, también se presta apoyo a los profesionales que trabajan con menores, de tal manera que el número anual de beneficiarios alcanza las 2.500 personas.
De esta manera, en el caso de los alumnos de Primaria, Rana trabaja a partir del cuento 'Estela, grita muy fuerte', una narración original de Bel Olid que cuenta la experiencia de un personaje con el que los lectores más jóvenes se pueden identificar y, con arreglo a ello, aprender los aspectos más intrínsecamente vinculados a las situaciones de abuso, como el proceso de acercamiento, la adquisición de confianza o el establecimiento de las reglas de influencia, condicionamiento y poder.
“Es importante enseñar a los niños a decir que no, y que sepan que es un tema del que pueden hablar, y también que está en su mano pedir ayuda”, según indica Patricia Raduán.
Durante 2020, la Fundación Rana ha leído este cuento a 3.467 pequeños que cursan actualmente estudios de Primaria, agrupados en un total de 192 talleres educativos y formativos.
MENORES DE INFANTIL Y SECUNDARIA
A pesar de que los talleres más numerosos son los dirigidos al alumnado de Primaria, Rana también pone estas iniciativas al alcance de menores de Infantil y Secundaria. En este último nivel docente, el pasado año se llevaron a cabo 33 talleres con la participación de 608 alumnos.
Con estos menores, la estrategia consiste en introducir los pormenores de un determinado caso y analizarlo en función de los intereses, las preocupaciones y las expectativas de los menores.
En cuanto a los más pequeños, el plan conlleva la realización de la actividad denominada 'Explorando con Nil', de la que se efectuaron en 2020 un total de 40 sesiones dirigidas a niños y niñas de entre cuatro y cinco años.
Según la educadora social de Rana, el inicio de la divulgación de estos contenidos debe coincidir con las edades más tempranas y prolongarse hasta la finalización de la escolarización obligatoria.
Además de estos talleres, el programa de la Fundación Rana comprende, igualmente, iniciativas de formación a profesionales, charlas, atención directa, terapias grupales y difusión y sensibilización.
Al mismo tiempo, en los espacios de tratamiento psicológico para adultos que fueron víctimas de abusos durante su infancia, recibieron asistencia 77 pacientes, en el transcurso de este último ejercicio.
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