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¡A por el control de las horas extras!

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 03 de junio de 2022, 06:00h

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La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, anunció el pasado viernes, en Valencia, que “en breves días” su departamento creará “un nuevo algoritmo desde Inspección de Trabajo para fiscalizar las horas extra” y, sobre todo, perseguir la realización de horas extras que no se paguen.

Díaz fue especialmente crítica con el número de estas horas extraordinarias en España, que suman 27 millones al mes, o sea 6,6 millones a la semana, y que, sobre todo, fiscalizará los 2,9 millones de horas extras que no se pagan cada semana, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). O sea el 44% de esas horas extras no son remuneradas de ninguna manera, un total de 150,8 millones de horas extras no pagadas al año. Nada más y nada menos que 150,8 millones de horas extras es lo que algunos empresarios les roban cada año a sus trabajadores.

Como reza el catecismo ultra liberal, estos neo liberales defienden que la oferta y la demanda llevará a un reparto eficiente de los recursos limitados. Pero se olvidan de que los empresarios, funcionando independientemente y sin control, solo piensan en su propio beneficio, sin caer en la cuenta de que el beneficio de los demás incentiva la actividad económica. Si a esto se le añade la 'legislación amiga' que permite la explotación de los asalariados, llegamos a la situación de una economía anémica por la limitación del consumo de amplias capas sociales.

Esto me recuerda al chiste del cateto que 'exprimía' a su burro a trabajar sin darle de comer. Un día se lo encontró muerto y, sorprendido, exclamó: “¡Vaya hombre! ¡Ahora que le había enseñado a no comer va el puñetero y se muere!”.

Tenemos los empresarios que se creen los más listos de todo el mundo. Cuando ganan mucho dinero se lo llevan a Suiza, o montan complejos turísticos de alto standing en Cuba, República Dominicana, Costa Rica y/o México, y aquí paz y luego gloria. Y cuando pierden acuden a 'Papá Estado' para que los rescate.

Por ejemplo, el pasado año las empresas españolas dispararon sus beneficios un 43,8 %, según datos del Banco de España de acuerdo con el balance de más de 530.000 empresas. Durante ese mismo periodo, los salarios subieron un 1,3% de media. Que yo recuerde, no hubo ni un solo empresario que defendiera una subida razonablemente decente de los salarios. Como tampoco hay ni un solo empresario que no acuda al Estado en busca de prebendas.

De una crisis se puede salir de muy distintas formas. Una de esas formas es la que prefirieron Mariano Rajoy y el Partido Popular, que consistió en empobrecer a la clase media, convertir el mercado de trabajo en un mercado de esclavos, y recortar de forma inmisericorde la sanidad pública, la educación pública y la dependencia. Mientras rescataba a los bancos con 101.500 millones de euros, Mariano Rajoy condenó a la mayoría de trabajadores a la más absoluta pobreza. Los pobres se hicieron más pobres, y los ricos, mucho más ricos.

En la reforma laboral de Mariano Rajoy (M. Rajoy, para sus amigos corruptos) se plasmó el grueso del proyecto de saqueo contra las ya paupérrimas rentas de los trabajadores. Esa reforma fue la que permitió al gran capital nacional y extranjero crear un nuevo mercado de trabajo con la explotación laboral como filosofía y la precariedad como rasgo permanente. Un mercado laboral de bajos salarios, empleo temporal y parcial y despido libre, que multiplicaba la explotación de los trabajadores y garantizaba los superbeneficios para bancos, grandes empresas y monopolios.

En cambio, la solución por la que ha optado el gobierno de coalición se centra principalmente en rescatar a las clases más vulnerables de la sociedad, y es eso lo que tiene soliviantada a la derecha corrupta, que, dicho sea de paso, solo pretende debilitar, cuando no acabar, con el incipiente estado de bienestar que todavía disfrutamos.

En España hay mucho chiringuitero y pocos empresarios. Los chiringuiteros basan la rentabilidad de su negocio en la explotación de sus empleados. Si realmente se controlan las horas extraordinarias, desaparecerán muchos chiringuitos y quedará un mercado abierto para quienes quieran montar una empresa y no un chiringuito ilegal y corrupto. ¿Capisci?

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