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A Pedro J. el periodismo le parece poco

domingo 02 de febrero de 2014, 10:13h

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El periodista Pedro J. Ramírez ha sido cesado de su cargo de director del periódico El Mundo, que él mismo fundó en 1989, tras su despido de Diario 16. En aquella ocasión su despido fue debido a divergencias con el editor sobre la línea editorial. Ahora, el controvertido periodista explica que se debe a la presión que en su contra ha ejercido el Partido Popular por sus informaciones relativas al caso Bárcenas y La Zarzuela, por sus informaciones sobre Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina. No se puede negar que el deterioro de sus relaciones con el Partido Popular pueden haber contribuido a la caída del polémico director, pero tampoco se puede ocultar que Unidad Editorial, la empresa editora del periódico El Mundo, arrastra una situación económica realmente calamitosa con pérdidas netas, reducción de los ingresos publicitarios y una deuda multimillonaria que ha forzado a aplicar varios ERE y a reducir el salario de los empleados, cosa que no evita que esté al borde de la quiebra. Con la sustitución de Pedro J. Ramírez por Casimiro García-Abadillo, un hombre más moderado y templado que su antecesor, “se pondrán las bases que permitan restablecer el equilibrio económico y financiero de la cabecera”, según explicó Unidad Editorial en un comunicado, lo que permite augurar una nueva tanda de despidos a través de un ERE que algunos medios estiman en el 30% de la plantilla. Lo que está muy claro porque así lo ha dicho el propio Pedro J. es que su relevo es absolutamente involuntario y forzado: “No he han sugerido que me marche. Me lo han impuesto y comunicado” y “si de mí hubiera dependido habría seguido siendo director de el Mundo toda mi vida”, aseguró. Además, en declaraciones a la COPE firmó que “Rajoy y su Gobierno han conseguido que el director de El Mundo se haya convertido en un problema para sus accionistas”. Pretende, claro está, presentarse como víctima de conspiraciones del poder y como un mártir de la libertad de prensa, orillando que un medio de comunicación es una empresa y que solo puede ser verdaderamente libre si es económicamente rentable. Su actitud recuerda aquel artículo del que fuera su delegado en Palma, Agustín Pery, cuando escribió un artículo titulado “Periodista ahora y siempre”, sacando pecho y presumiendo de profesionalidad pese a haber perdido a uno de los principales anunciantes del diario. Pedro J. ha caído en desgracia por sus propios defectos. En Mallorca es bien conocido, ya que ha sido durante años editor de El Mundo – El Día de Baleares. Ha puesto en evidencia en multitud de ocasiones su carácter manipulador, intrigante y mentiroso. Su periodismo carente de escrúpulos le ha llevado a ser él mismo la noticia y no a ser el testigo narrador que todo verdadero periodista debe ser. Su reconocida vanidad le llevó a despreciar a los baleares y a tratarles como seres inferiores, como indígenas salvajes que había que educar. El episodio de la piscina ilegal de la Costa de los Pinos quedará para siempre como el ejemplo perfecto de quien se considera dueño y señor de todo, capaz de poner en marcha cualquier resorte para salirse con la suya, sin importarle nada ni nadie más que sus propios intereses. Utilizó vilmente a Jaume Matas y al PP que él presidía, para más tarde lanzarlo a la papelera como un pañuelo de papel usado, una vez que ya no podía serle de más utilidad. Y todo lo hizo siempre elevándose del resto de los humanos, como caminando sobre las aguas, revistiéndose a sí mismo como un dechado de ética y un ejemplo moral para el resto de los ciudadanos. Pedro J. Ramírez ha sido un impostor contumaz que una vez descubierto su estrella cae y se apaga. Un personaje iluminado y un conspirador insaciable, que se han enriquecido a la par que su empresa se arruinaba. Y aún se va caminando sobre las aguas, presumiendo de ser “testigo y protagonista”. Nunca se conformó con ser periodista.