Aún a riesgo de resultar reiterativo, necesitamos caer en la cuenta de lo fácil que es esta temporada la segunda división para valorar la dimensión del fracaso que representa la trayectoria del Mallorca, pase lo que pase, al convertir el “¿I tu puges?” del mes de agosto del 2015 en el a ver si nos salvamos en junio del 2016. El engaño a la afición ha sido de proporciones gigantescas porque, además, podríamos estar hablando de descenso de no haber mediado el fichaje de nada menos que seis jugadores, la mitad del equipo, en el mercado invernal.
En los últimos diez años sólo el Eibar logró subir a Primera con 71 puntos, la mínima cota registrada en dicho período y no parece que el Alavés y el Leganés, que capitanean ahora la clasificación, terminen por alcanzar una cifra superior. En cuanto a la sexta plaza, el récord lo obtuvo el Hércules a quien bastaron 58 para entrar en play-off. Ahora mismo el límite está en 48, por lo que cualquiera que consiga diez o más puntos de los treinta que quedan en disputa, podría clasificarse.
Esta temporada 2015-16 puede finalizar como la más barata, casi de la historia de los dieciocho años que hace que participan 22 equipos, porque lo mismo ocurre respecto a las plazas de descenso. En el instante presente, el listón está en 33 puntos y ganando cuatro partidos la primera posición para bajar a Segunda B se situaría en 45 puntos, un objetivo relativamente sencillo por el que, esencialmente, lucharán Almería y Huesca. Al Mallorca le basta con tres victorias para agarrarse a ese clavo ardiente, lo cual no constituye a estas alturas ningún mérito, sino pura y dura obligación.
Lo sorprendente es que aún haya quien sueñe o, mejor dicho, albergue pesadillas de promoción para lo que el paisaje cambia radicalmente, pues los de Vázquez tendrían que ganar en siete de diez jornadas y después esperar que no sumen ninguno de los diez equipos que le separan de tan utópica realidad. ¿Nos hemos vuelto idiotas o qué?