El Mallorca se ganó su derecho a luchar por la permanencia, sin brillantez pero superando al Almería en todas las facetas del juego salvo al final, en el que el miedo de Sergi por perder la mínima ventaja adquirida en la primera parte le hizo retroceder líneas y pese a reforzar la defensa con tres centrales, cedió tanto terreno que los andaluces pudieron empatar inmerecidamente de no ser por los estrepitosos fallos de Fidel y Antonio Puertas a un metro de la portería.
Ramis, el ex jugador del Real Madrid que ahora entrena a los rojiblancos, leyó mal el partido. Alineó un doble pivote bisoño que siempre fue a remolque del fútbol directo de los locales y ralentizó sus opciones de contragolpe que brillaron por su ausencia. Los de casa, con un Zdjelar excelso que facilitó el trabajo de sus compañeros de zaga y relajó la labor de Alex Vallejo, tuvieron siempre el balón en su poder salvo en los escarceos finales y aunque no tuvieron más oportunidades que el solitario gol de Brandon pasada la media hora, pusieron más rapidez, entrega e intensidad ante un visitante que justificó sobradamente su condición de peor equipo a domicilio de toda la categoría.
El corte que delimita la salvación se queda ahora a solamente dos puntos, cuestión de una jornada. No es el momento de entrar en análisis profundos, sino de echar el resto para alcanzar un objetivo que hace dos o tres semanas parecía imposible. Pero que nadie crea en milagros. Los puntos hay que merecerlos y, eso si, con el sacrificio y la solidaridad mostradas en la presente jornada, quién sabe si la moneda terminará cayendo de cara.