No fue el regreso soñado, salvo para los seguidores del Barça. Quizás todo podría haber sido distinto si el equipo de Quique Setién no se hubiera adelantado en el marcador a los 65 segundos de iniciado el encuentro o si hubiera habido público en las gradas para animar al equipo bermellón tras ese duro e inesperado golpe inicial. Pero por ahora ese es el fútbol que nos espera a corto plazo, el de los campos sin espectadores, quiero decir.
Aun a pesar de ese gol tempranero de Arturo Vidal tras un buen pase previo de Jordi Alba, el Mallorca tuvo en cualquier caso sus opciones para haber igualado el partido. En concreto, fueron dos, ambas a pies de Take Kubo, que puso a prueba a Ter Stegen en un disparo desde la frontal del área y en una falta que esta vez —sorpresa, sorpresa— no lanzó Salva Sevilla. El posible gozo de los mallorquinistas no llegó, pues Braithwaite nos sumió definitivamente en nuestro particular pozo anímico con el segundo tanto de la noche, a diez minutos del descanso.
Ya en la segunda parte, casi lo más destacado de ese periodo fue la irrupción de un espontáneo sobre el césped, que por fortuna fue rápidamente neutralizado por la Policía y por los vigilantes de seguridad. Una vez reanudado de nuevo el partido, los minutos fueron pasando poco a poco, muy poco a poco, hasta que, ya en el último tramo, primero Jordi Alba y Messi en el descuento marcaron sendos goles y pusieron el cero a cuatro definitivo en el electrónico.
Como siempre hay que pensar en positivo, la buena noticia es que a pesar del traspiés de este sábado, seguimos a un solo punto del Celta, que es el equipo que ahora mismo marca la salvación. Confiemos en seguir pensando en positivo, aunque con un mejor resultado, tras nuestro partido del próximo martes contra el Villarreal.