Aunque en el pasado ya escribí sobre este tema, hoy quiero hacer hincapié nuevamente en el mismo, ya que es un tema muy recurrente entre adultos, adolescentes y niños.
En nuestros tiempos, cuando no existía internet y si querías hablar con alguien por teléfono, lo tenías que hacer delante de toda la familia, ya que, en el mejor de los casos, el teléfono estaba situado en el salón de casa, esto no ocurría.
Aquel niño o adolescente que carecía de amigos era un caso extraño, porque relacionarse era mucho más sencillo que lo es ahora.
Hace poco una de mis hijastras quinceañera, me explicó que cuando conocen a alguien no se dan el número de teléfono, sino que se dan el @instagram, lo cual me sorprendió enormemente.
Tras meditarlo, me di cuenta de que, con los problemas de comunicación que tienen gran número de adolescentes, que esto ocurra es hasta medio normal.
¿Para qué van a perder el tiempo hablando si realmente lo pueden ver todo por imágenes?
O eso creen ellos, porque lo que muestran no habla de emociones, ni de como son, sino cómo les gustaría ser, copiando a famosos, a personajillos de la farándula.
De hecho, gran parte de ellos, no saben cómo son, cosa que en la adolescencia es normal, su personalidad va a cambiar mucho y están en plena ebullición hormonal.
Pero ¿qué ocurre cuando esto pasa en personas adultas?
A mi despacho de Coaching Espiritual y Cábala, acuden muchas personas, buscando encontrar cómo cubrir su vacío existencial y en esa búsqueda, una de las grandes quejas es la famosa frase: “Me siento Solo”.
Me transmiten que no consiguen tener relaciones de amistad verdadera, independientemente del sexo de ambas personas, que no tienen con quien hablar de temas emocionales, de cómo se sienten ni tan siquiera de sus objetivos, ambiciones o sueños.
Eso hace que la enfermedad de este siglo “La Soledad”, cada día sea mayor.
Una enfermedad que comienza devorándonos la autoestima y acaba engulléndose nuestra alma.
Es una dolencia silenciosa, que poco a poco nos roba la alegría de vivir, la sonrisa y que, al mirarnos al espejo, nos damos cuenta de que, nos hemos convertido en personas tristes y solas.
En ocasiones incluso muchos de mis clientes están casados o mantienen una relación de pareja, pero esa tristeza en el Alma no se les quita.
Sienten que sus parejas son más bien socios de trabajo con los que no pueden hablar de temas transcendentales y no se sienten comprendidos.
¡Por supuesto que los solteros, divorciados, viudos…, lo tienen bastante peor!
En esta sociedad donde impera la comunicación continua en los medios, padecemos de una gran enfermedad, “La Soledad”.
Y queridos amigos lectores, ¡Sería tan sencillo poder solucionarlo….!
Comenzaríamos por saludar a nuestros vecinos en el ascensor, preguntarles cómo se encuentran y si pueden servirles y ayudarles.
Intentar hacer la vida fácil a nuestros compañeros de trabajo y no hacer todo lo contrario, vivir poniendo zancadillas a todo el mundo.
Escuchar desde el corazón a nuestras parejas, no quedándonos con lo que nos dice, sino con lo que tiene que decir.
Vivir viendo con gafas de ver y no ir por el mundo ciegos y sordos.
¡Sería tan sencillo si el Ego no pudiera con todos nosotros, ser felices!
No pierdo la esperanza de pensar que tal vez, en algún momento, esto cambie y nuestra vida sea sencilla, sin complicaciones y sin conflictos, donde la amistad prime en contraposición a la soledad.
Todo pasa por dejar de ser ombliguistas y comenzar a ser seres más amorosos y empáticos desde el corazón y no desde la razón.
Desde aquí os invito a poner vuestro granito de arena y a descolgar el teléfono para hablar con ese hermano con el que hace tiempo no hablas, o con ese amigo de la infancia que sólo ves dos veces al año y te encantaría poder ver más a menudo.