Este fin de semana estoy de viaje. Es decir que este artículo lo escribí antes de irme, con lo que no puedo saber qué dirán las informaciones de los periódicos de hoy; no tengo conocimiento de si el Consell de Govern que se reúne los viernes habrá adoptado un acuerdo trascendental que cambie el rumbo de nuestra tierra, el horizonte, las perspectivas; no sé si el Partido Popular ha reenfocado su estrategia interna (¿la tiene?) y nos ha presentado un programa electoral como toca; tal vez todos hayan echado de sus formaciones a los corruptos que desafortunadamente se les han acercado; ignoro si nuestros dirigentes han llegado a un acuerdo para, juntos, ponerse a remar en el mismo sentido. ¿Y qué sentido es el que necesitamos que coja nuestra política? No, nada nuevo; lo que ellos mismos nos dicen día sí, día también y que, tal vez por timidez, nunca terminan de poner en marcha: acabar con el amiguismo, gastar racionalmente, erradicar a los corruptos, adelgazar la Administración, dejar de privilegiar a unos pocos porque son 'de los míos', mejorar la atención al ciudadano, priorizar las inversiones por su capacidad para generar riqueza, para mejorar nuestro bienestar y no por su función electoralista. Lo han dicho muchas veces: dejar de ser demagogos, ir al fondo de los problemas, proteger el medio ambiente, enriquecer nuestra cultura, profundizar en la democracia haciendo que los políticos tengan que responder más y más directamente a los ciudadanos, tal vez haciendo primarias, tal vez haciendo listas abiertas. O sea que hablamos de algo que nuestros políticos ya saben, que es fácil de decidir y que todos nos prometen cuando se acercan las elecciones. Por eso es que tengo miedo hoy, porque como no estoy en Mallorca y he escrito esto antes de marcharme, igual critico algo que justamente acaban de convertir en realidad. Igual acaban de abrir sus partidos (a ellos les gusta decir "abrir las ventanas para que corra aire fresco"), tal vez han decidido transformar la Administración, o han optado por elegir al mejor candidato para las próximas elecciones y no al que pueden controlar mejor, quizás han expulsado a los corruptos propios y no sólo a los del rival. Por eso es que este artículo es un riesgo; por eso puedo perfectamente estar haciendo el ridículo y este lunes tenga que pedir perdón. Donde dije que "hay que resolver los problemas" tendría que haber dicho "enhorabuena por las valientes decisiones que nos ponen en el camino correcto"; donde dije que "urge un liderazgo valiente" tendré que corregirme y afirmar "gracias a estos políticos decididos hemos cogido el toro de nuestra degradación por los cuernos". Por eso, me parece oportuno dejar los comentarios sobre la política balear para este lunes, cuando yo, como usted, habré visto qué se ha acordado, qué decisiones se han tomado y, tal vez vea que todo ha cambiado. Mientras, seguiré viendo el mundo.
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