Sostenella y no enmendalla

Sostenella y no enmendalla es una expresión del castellano antiguo que figura en la obra “Las mocedades de El Cid” y se refiere a la hidalguía que por causa de terquedad, orgullo o apariencia, mantenía sus errores pese a tomar conciencia de haberlos cometido.

Maheta Molango disponía de sobrados argumentos para rescindir el contrato de Fernando Vázquez el pasado mes de junio, después de una salvación obtenida in extremis ante el mismo rival que entonces no se jugaba nada y ayer humilló al Mallorca en su propia salsa. Ahora tiene los mismos y alguno más, lo que convierte en una verdadera falacia cualquier explicación que pretenda dar. No puede esgrimir la precaria situación de tesorería que, aun siendo real, no impide abonar el finiquito del gallego y ascender a cualquier de los técnicos en plantilla que, empezando por Olaizola y terminando en Oscar Troya, no son pocos ni malos. De todas maneras todos cobrarán sus contratos igualmente.

No es menos falsa la teoría de que la sustitución implica acertar en la elección del nuevo técnico lo que, siendo una vez más cierto, se repite cada vez que se ficha a un entrenador o un futbolista. Son movimientos habituales en el mundo del fútbol que se repiten cada verano y al principio del año, en el mercado de invierno. Sin con un director deportivo, un embajador, tropecientos asesores y casi una docena de “scouters” repartidos por media Europa nadie es capaz de dar con un relevo, que cesen todos empezando por el propio abogado suizo que, en mala hora, alguien recomendó a los americanos previo pago de un sueldo que no se me permite divulgar porque la información, contrastada, no es de mi cosecha.

Lo peor de Vázquez, con o sin el Fernando delante, no son los resultados ni el pobre rendimiento de una plantilla que no es peor ni mejor que muchas de la categoría, sino el paupérrimo rendimiento que le ha sacado y las vagas y torpes afirmaciones con las que pretende justificar su manifiesta incapacidad. Y a día de hoy el consejero delegado es cómplice, sino máximo responsable, de la situación.