En cierta ocasión acudí a un restaurante de Bilbao en plena Gran Via sin haber comido en todo el día y con muchísimo apetito. El encargado de tomarme la comanda me recomendó unos espárragos en conserva, oferta que debido a mi hambre atroz califiqué como una broma. ¿Nuestros espárragos una broma?, me espetó el maitre, así que apercibido de la ofensa que había causado acepté resignado la recomendación. Y aquel hombre tenía razón, cada pieza no medía menos de 3 centímetros de diámetro alcanzaba unos 20 de largo.
El Ebro, que mide en esta última jornada las aspiraciones de permanencia del Atlético Baleares, tampoco es una broma. Se trata de un club joven, no se registró en la Federación Aragonesa hasta 1961, sito en la barriada zaragozana de la Almozara y, con el Ander Garitano de director deportivo, interpreta paso a paso el guión de un proyecto destinado a desembocar en el fútbol profesional. Ha sido el único equipo capaz de ganar en Son Moix (0-1), y ha protagonizado una segunda vuelta de escándalo en cuya clasificación parcial habría terminado en segunda posición. En términos globales es el cuarto mejor visitante del grupo tercero de Segunda B y se juega entrar en el play off de ascenso aunque para ello depende del Cornellá, aparte de ganar en Son Malferit. Y en efecto, los blanquiazules de Mandiola no están para bromear con nada ni con nadie. El técnico vasco ha aportado una experiencia de la que carecieron sus dos predecesores, algo muy importante en la categoría, para asentar características propias de una escuadra con evidentes limitaciones, pero mucho más sólida. Que haya sido demasiado tarde o no lo dictarán 90 minutos, como en una final aunque, eso si, en campo propio.