Sobre la miseria

Antes se coge a un mentiroso que a un cojo y también se distingue enseguida al demagogo del sincero.

La verborrea de Maheta Molango no conoce límites y lo que es peor, la exhibe sin ningún pudor en cada una de sus comparecencias públicas, ya sea como conferenciante frente a un público complaciente o en ruedas de prensa con un auditorio no menos facilón.

Lo mismo le da creer que ha descubierto la pólvora al anunciar la exposición de carteles y venta de entradas en bares y comercios, práctica ya extendida hace cincuenta años, como aseverar que el Mallorca vive en la miseria deportiva, dejando de lado la económica –que pregunten por el cobro de facturas en alguna imprenta del Polígono de Son Castelló- y sin caer en cuenta de que a lo largo de catorce meses él mismo como máximo responsable no la ha reducido, sino que la ha aumentado.

El consejero delegado del club me recuerda al de aquel otro miserable de la fábula del Conde Lucanor en la que un pobre que había sido rico se consolaba de su desgracia que otro detrás de él recogía las pieles de los únicos altramuces que tenía para comer. Habría que discernir si el Mallorca es el primero o el segundo, pero a la vista de que empatar con el Lugo es un lujo y perder por la mínima y en el minuto 90 con el Huesca ya no digamos, concluiremos que el único consuelo que nos queda es ver por detrás al Mirandés.

Afirma el suizo que si somos optimistas nos ocurrirán cosas bonitas. A él, que tilda de tóxico al entorno, no le ha funcionado muy bien. Y si, estoy de acuerdo que hay gente dentro y fuera de Son Moix y Son Bibiloni verdaderamente letal. Empezando por arriba, claro.