Categorías: OPINIÓN

Showtime

Una de las muchas verdades que pronunció en vida John Lennon fue aquello de que la vida es aquello que sucede mientras estás haciendo otros planes. Si trasladamos esa frase a la España actual, tendremos que concluir que, en España, la vida es aquello que va sucediendo entre tertulia y tertulia.

La televisión actual, cada vez menos soportable a mi juicio, es un fiel reflejo de la sociedad. Los actuales formatos televisivos tienden a una progresiva e imparable banalización de los temas tratados, a la simpleza en la forma y el fondo. Grandes titulares que, muchas veces, no tienen nada que ver con el texto, algo que no importa porque la mayor parte de la gente no se lee el texto. ¿Y saben cuál es el problema? Que la sociedad actual está adquiriendo algunos dejes de esas tertulias a la hora de hacer juicios de valor.

En ocasiones, al poner alguna de esas tertulias, imagino la profunda desazón que deben sentir los estudiantes de periodismo al ver quiénes ocupan esos asientos. A algunos les da absolutamente igual hablar de Obama, de ETA o la finalización de la fase de instrucción del caso Noos. Titular, interrupción y grito para imponerse al contrincante.

Los publicistas dicen que los lemas han de ser breves y directos, nada demasiado complejo. Nada que nos haga pensar demasiado. Basta con un titular impactante en letras mayúsculas. La sociedad ha adoptado una peligrosa inercia simplificadora que resulta devastadora para arrastrar por el fango personas y comportamientos, legales ciertamente, pero que no se ajustan a los exigentes cánones de la actual ética-¿o falso puritanismo? – de las tertulias de Televisión. Estos nuevos “gurús” de la ética y la estética dictan a su antojo qué juez es honesto, cual fiscal está comprado por el poder, qué banquero debe ir a la cárcel, o a qué político defenestrar. No se les resisten ni futbolistas ni campeones del mundo de motociclismo, como hemos podido comprobar con el caso de Marc Márquez y su posible mudanza a Andorra – posible por cuanto,  hasta donde yo sé, él no ha confirmado nada-.

Marc Márquez paga, según he podido leer, algo así como el 56% de los ingresos que obtiene. Es decir, de los 10 millones que le pagan, 5,6 millones se los queda a Hacienda (menos mal que los ricos no pagan impuestos). ¿Y no les parece comprensible que el deportista se traslade a unos pocos kilómetros de su domicilio y pague muchísimo menos dinero? A mí me parece una clara muestra del resultado de aplicar unos tipos de IRPF muy elevados: quien puede y gana lo suficiente, se marcha. Seguro que si a Márquez se le aplicase un tipo de IRPF menos elevado, hubiera preferido quedarse en su casa, en Cervera.

Si es ético o no es ético, que lo juzgue cada cual, pero Márquez gana ese dineral jugándose la vida a 300 km/h cada fin de semana y siendo superior a todos sus rivales.  Algo que ya les gustaría ser a esa nueva tropa emergente de tertulianos ….

Pablo Torán

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