Pidió la eutanasia pero no por una enfermedad degenerativa ni terminal: lo hizo por su alcoholismo.
A sus 41 años, Mark Langedijk ha decidido acabar con su vida a través de la eutanasia en Holanda. Decía no poder seguir viviendo por su dependencia al alcohol.
Desde hacía ocho años, Mark luchaba contra su adicción al alcohol con la ayuda de su familia, psicólogos y psiquiatras. Sin embargo, nada de ello sirvió: cada vez que salía de las terapias de rehabilitación, volvía a caer en las garras del alcohol.
Cuando le presentó a su familia la idea de la eutanasia, estos creyeron que era una locura. “La eutanasia era para la gente con cáncer, para personas cuya muerta era inminente. La eutanasia no era para alcohólicos” explica su hermano Marcel en declaraciones recogidas por el ‘Daily Mail’. Sin embargo, pronto tuvieron que aceptarlo, ya que su petición fue aceptada por el equipo de médicos de Apoyo y Consulta sobre Eutanasia de los Países Bajos.
Para cuando llegaron los auxiliares encargados de ponerle la inyección, Mark se encontraba comiendo patatas fritas y bebiendo cerveza.
En Holanda, la eutanasia está permitida desde 2001. Desde la implantación de esta ley, este tema ha resultado muy polémico: recientemente, una joven recibió la inyección letal al declarar que no podía seguir viviendo después de haber sido violada.
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