Sálvame con una fusión televisiva

Los mayores partidarios de la televisión de Francina Armengol admiten la inutilidad de la cadena al no cuestionar la decisión de su cierre, pues se limitan a proponer una fusión que parece carente de sentido y de escasa sinergia, que es la causante de que dos empresas se conviertan en una. Existe por tanto práctica unanimidad entre todos los sectores isleños en que la idea de abrir Televisió de Mallorca fue un error, innecesaria, además de tremendamente costosa, dada su audiencia habitual por debajo de uno de cada cien ciudadanos. Su mantenimiento es una ofensa en un periodo de recortes públicos. Hasta los políticos -salvo una- se han convencido de que no vale la pena ese gasto ni por réditos electorales, pues ya me dirán que caldo de opinión se cosecha cuando no te ve nadie, por mucho dinero que destines a propagar tu ideario en cada hueco de la programación. En el caso de la televisión autonómica, la entrada de capital privado propuesta por Bauzá a primera vista se traducirá en un aumento de la eficiencia y en un control de gastos, pero caben dudas de que llegue aplicarse, dado que resulta complicado mezclar rentabilidad sin caer en el amarillismo propio de las cadenas que no son públicas. María Dolores de Cospedal, la candidata del PP a Castilla-La Mancha, ha anunciado la misma intención que su homólogo balear. Pero la desconfianza de que se acaben ejecutando sus decisiones se acrecienta al ver que en las otras comunidades gobernadas por el PP, como Madrid o Valencia, este debate apenas si se vislumbra. En cualquier caso, si hay que decidir las partidas públicas que deben recortarse, está claro que las primeras deben ser las que menos importantes son para la población, y no hay muchas dudas de que los mallorquines viviremos igual de bien -seguramente mejor- sin la tele de Armengol, y no supondrá ninguna obra, al contrario que el desierto carril bici de avenidas.