He de reconocer que Ryanair consigue que todo el mundo hable de su compañía, sin pagar un duro. Primero su presidente, un hombre muy pintoresco, dijo que estudiaba hacer pagar a bordo por usar los servicios y ahora, dicen, van a crear vuelos sin niños, porque habría pasajeros dispuestos a pagar más si en su avión no vuelan menores. La compañía no aclara si los llevarán en la bodega, ni por supuesto que habría que pagar adicionalmente por este servicio. Ustedes verán: a bordo de un avión de Ryanair el problema de ruidos incómodos no son los niños, sino los sobrecargos y azafatas que, con el fin de cumplir sus objetivos comerciales, azotan a los pasajeros para que les compren comidas, billetes de tren o bus, colonias o chocolates y hasta tarjetas rasca y gana para participar en un sorteo a beneficio de la compañía, por supuesto. Y la experiencia les debería decir que la gente no está dispuesta a pagar más e irse a otra aerolínea con tal de evitar este acoso. De ello debemos deducir que también preferiríamos antes a los niños que poner un duro más. Por lo tanto, este anuncio es otro recurso de marketing para que hablemos de ellos. Objetivo logrado.
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