Queridos Reyes Magos

Pertenezco a una generación que creía locamente en vosotros. Representabais la esencia del espacio temporal en el que se podían concentrar y trasladar los deseos de todo el año. Un momento en el que pequeños sueños se convertían en realidad y nos ayudaban a ser un poco más felices. Incluso a idealizar juguetes, en no pocas ocasiones, inalcanzables; que solo se podían disfrutar si estaban en la carta de algún amigo de economía desahogada.

Una generación en la que la hacienda familiar más habitual era la de pura subsistencia. Una generación que ha constatado que la escolarización, solo en castellano, no fue una buena opción. Una generación que se aferraba a las tradiciones con emoción, con ilusión, con intensidad. En este escenario, los Reyes Magos de Oriente, son, a pesar del empeño en difuminarlos, de muy difícil sustitución.

Desde entonces han cambiado muchas cosas. Tenemos la suerte de vivir en una sociedad, que, con sus limitaciones, que es la que más conocimiento, riqueza y medios tiene de toda la historia de la humanidad. Que permite cobijarnos del frío, acceder al vestido y a la comida, a desplazarnos con muchas facilidades, a acceder al conocimiento como nunca había podido. Tenemos más información, en nuestra mano, en el smartphone, que la disponible, en nuestra infancia, en la mejor biblioteca, de la mejor universidad, de cualquier parte del mundo. Incluso nos permite vivir, de media, 25 años que nuestros abuelos.

Pertenecemos a un estado que ha dejado de estar pendiente, de forma prevalente, por las guerras y se ha podido centrar en el bienestar de sus ciudadanos; en su educación, en la asistencia ante la enfermedad y en establecer medidas de supervivencia para las etapas no productivas de la vida.

Mi carta va dirigida a que, con vuestra magia, mantengáis un modelo sanitario que se ha mostrado capaz de cumplir sus objetivos básicos, incluso en épocas de grave crisis económica y laboral y de sobrevivir a la incompetencia, nada excepcional, de sus máximos dirigentes.

Un sistema capaz de soportar la necedad de una administración que retrasa el calendario vacunal obligatorio de todos los niños por la dilación del expediente administrativo de compra de vacunas.

Con un sistema de formación médica especializada, en los centros sanitarios, capaz de formar, por medio de tutores no retribuidos, a muy buenos profesionales, a pesar de la futilidad e inutilidad de algunos jefes de estudios.

Pero muy especialmente va dirigida a mantener la ilusión y el ensueño en nuestras tradiciones y el esfuerzo por continuar luchando por un mundo más justo, en el que se respeten los derechos humanos y se imponga el respeto al prójimo. Al esfuerzo, siempre insuficiente para recuperar a los excluidos y al aumento de los medios dedicados a los parados, enfermos y discapacitados.

Queridos Reyes Magos, quiero pediros también, aunque sea un tema marginal, que recuperéis la memoria y el sentido común de un ejecutivo que monta la marimorena por 69 millones de euros cuando, en anteriores y recientes pactos de progres, enterraron en desvíos e inversiones silenciosas e invisibles, más de 5.000.

Y también deciros que estéis preparados. No basta, políglotas por antonomasia, que se os entienda en todo el mundo. Mas pronto que tarde, para poder desfilar en la cabalgata, necesitareis una acreditación del conocimiento de catalán, expedida por alguna administración radical o por sus tentáculos secesionistas. Con vuestra ausencia podrías defraudar las expectativas de miles de niños