El PSOE y el PSM, fundamentalmente, adeudan a la sociedad mallorquina una explicación sobre su política económica: tras haber dejado las finanzas públicas en el desastre, no deberían dedicar su paso por la oposición a criticar los recortes que introduzca el Gobierno, sino a exponernos cómo resolverían ellos la situación. No podemos hablar de una alternativa política en Baleares si esta no tiene una solución real a la crisis financiera de nuestro autogobierno. Estos partidos no pueden aspirar a nada mientras no tengan una propuesta para resolver este caos. Los ciudadanos, ahora ya conscientes de que hemos gastado más de lo que teníamos, se merecen una política económica alternativa por parte de la oposición, para tomarla en consideración como tal. Naturalmente, es muy pronto para aventurar que los dos partidos de la oposición van a dedicarse a defender el gasto público en esta legislatura pero, esta semana tuvimos algunos indicadores que son discursos del pasado, inadmisibles en esta nueva realidad: ambos defendieron la continuidad de la Televisió de Mallorca, aduciendo que se podrían perder unos centenares de puestos de trabajo y, por otro lado, el PSM propuso la creación de la Agencia de Desarrollo Regional. Es inútil discutir si estas propuestas son correctas o no, aquí hay que explicar cómo se resuelve el problema global, que nos quema en las manos, y después podremos hablar de televisiones y agencias de desarrollo. No podemos continuar estudiando la justicia de cada partida, sino mirar un instante al total y explicar cómo lo abordamos. Si consideramos sólo los beneficios del gasto, como hemos venido haciendo desde siempre, nadie en su sano juicio hará recortes. Porque la cuestión no es si una televisión se debe cerrar o no, ni si esta noche estará bien una cena de lujo a 500 euros el cubierto, la cuestión es poner esos gastos en contexto, en relación a otras cosas, a otras necesidades. ¿Está bien una televisión? Sí, pero si tengo que optar entre ella y pagar los medicamentos de los enfermos del IB-Salud, entonces la respuesta no es tan obvia. ¿Está bien una cena a 500 euros? Sí, pero si esos 500 euros son los que permiten que mi hijo coma el resto de la semana, entonces la respuesta no es la misma. Aquí, donde ya tenemos dos cadenas de televisión públicas, la pregunta no es si nos parece bien tener televisión, sino si nos parece bien pagar a estas dos cadenas y no tener dinero para el transporte escolar, y no poder reponer los libros de las bibliotecas públicas, y tener que rebajar el sueldo de los funcionarios, y no poder abrir una residencia de ancianos que tienen Alzheimer en Ibiza porque no hay recursos. Sin colocar en un orden de prioridades, yo también estoy de acuerdo con el Metro, pese a que no tiene pasajeros. Incluso, si el dinero no contara, hasta podríamos hacer un Metro entre Búger y Campanet, que sería, en su escala, como el AVE que Renfe tenía entre Toledo y Cuenca, con nueve pasajeros por día. El punto crítico se plantea cuando recordamos que los recursos económicos son escasos, que tienen límites. No debemos analizar si está bien que 115 trabajadores de Televisió de Mallorca sigan, que está bien, sino si mantener 115 puestos de trabajo es el mejor destino que le podemos dar a 12 millones de euros anuales. ¿No sería más útil, por ejemplo, continuar con lapromoción de la innovación en tecnologías para el Parc Bit, donde cada euro invertido genera puestos de trabajo con futuro, produce actividad gravable en impuestos, y genera exportaciones? ¿No sería más útil dedicar ese dinero a lainvestigación en la Universidad, donde es posible que produzcamos algunas patentes que permitan crear actividad económica? ¿No es más rentable gastarlo en la mejora de nuestra planta turística, que permitiría tener más turistas durante más años, manteniendo los ingresos económicos de unos 200 mil trabajadores de las Baleares? La clase política debe dejar de engañar a los ciudadanos con el micro análisis. Defienden cada una de las direcciones generales desaparecidas, aduciendo que sólo representan un ahorro mínimo en el conjunto del gasto, lo cual es totalmente cierto. Pero, alguien debería ofrecernos una visión global: Baleares lleva más de ocho años gastando unos 500 millones de euros más de lo que ingresa. En los últimos años esa cifra se ha disparado a los mil millones, hasta generar una deuda insostenible. Como quiera que todos tenemos responsabilidad en ese desastre, ahora es el momento de presentar un plan de saneamiento, es el momento de mirar a la cara a los ciudadanos y plantearnos un escenario de ahorros que nos permita recuperar el futuro. Lo que estamos pasando es culpa del discurso bobo que sostiene que los derechos son anteriores a los recursos y que, por lo tanto, si tenemos derecho a dos televisiones, de algún lugar saldrá el dinero. Esto se aguanta, hasta que el listado de derechos desborda el folio. Entonces, todo da igual: no podemos pagarlo y en otros lugares -Alemania, casi siempre- donde no tienen sensibilidad para con nuestra solemne carta de derechos, se niegan a prestarnos más. Cada uno puede disfrutar de lo que sí se puede pagar. El recurso de los políticos de las diecisiete autonomías a pedir más y más a Madrid, se ha agotado cuando ya no queda un euro en el Tesoro. Creo que hoy a todo el mundo le debe parecer obvio que las cosas se han hecho mal. Dejemos a un lado ese pasado (al PSOE le conviene) pero ahora nos merecemos un ejercicio de realismo y de sensatez: por un lado, el Partido Popular, que ganó las elecciones escondiéndonos la magnitud de la crisis, debería ahora explicarnos, apenas tome plenamente las riendas de las instituciones, de dónde va a recortar. El ciudadano necesita saber hasta dónde va a llegar el cambio, hasta qué agujero habrá que apretarse el cinturón, si habrá que pensar o no en co-pagar la sanidad y la educación. Y, también, la oposición debería darnos su fórmula de ahorro. Un partido que no tenga una salida para esta crisis, mejor que se calle hasta que pase el temporal y más allá. El PSOE no puede dedicarse los próximos cuatro años a decir que está mal reducir direcciones generales, cerrar televisiones, co-pagar la sanidad y la educación, sin habernos explicado cuál es su modelo global. Si una televisión que no tiene el uno por ciento de audiencia es prioritaria y no tenemos para medicamentos, ya me dirán qué propuesta política está haciendo el PSOE. El PSM, pese a que Biel Huguet parece haber introducido sensatez, no es un partido para la economía. Sus temas ya los conocemos y entre ellos no está lo de comer.
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