Los inesperados bandazos que protagonizan la política balear en las últimas fechas, nunca tan concentrados y en esta cantidad, asientan cada vez más a Jaume Font como previsible heredero de María Antonia Munar en su rol de determinante para los futuros gobiernos, lo que al menos ya es un avance. Pero también es cierto que hay poca garantía de éxito en las presentes conjeturas sobre un resultado electoral que estará supeditado al ánimo en las semanas, o incluso días, anteriores a la apertura los colegios, cuando peor lo tendrá el pobler en lo que a visibilidad mediática se refiere. Ahora se beneficia de que las aguas corren demasiado revueltas para UM, y quizá demasiado calmas en los dos grandes partidos estatales, cuyos líderes en las Islas parecen sumergidos en una batalla en la que se ciñen a esperar a que los errores del otro les aúpen al trono presidencial. También favorece a Font que el leve entusiasmo generado por las dos candidatas al Consell de Mallorca le deja como el actor favorito de la prensa, antes de que el torbellino de la campaña reduzca las páginas y minutos de televisión de los que ahora goza. Pero la lucha crucial que actualmente libra el ex conseller de Medio Ambiente es en primer lugar la captación de apoyos en municipios, que a continuación se traduzcan en sufragios suficientes como para llegar al famoso 5 por ciento que conduce al escaño. Font se ha marcado como suficiente el respaldo en 12 o 14 municipios, es decir, que aún tiene camino por recorrer pues a día de hoy sólo ha absorbido a formaciones independientes en tres localidades, entre quienes se encuentra el ex alcalde de Campos y ex de UM, Guillem Ginard. Y precisamente en UM está la clave para calibrar las opciones de éxito de la Lliga, ya que supuestamente una formación que según Font es de “centro liberal regionalista” comparte innegablemente afinidad ideológica con el antiguo partido de Munar. Sin embargo, la postura de Font sobre UM (o Convergència) ha sido voluble, pues hace una semana hizo un abierto llamamiento a su militancia, y unos días después, el viernes pasado, tras el desfile judicial de su cúpula, aseguró que el 99 por ciento de sus apoyos son de fuera de este partido. La siguiente pugna del pobler ya será la fundamental, la de los votos más allá de los apoyos de sus coaligados, y de su éxito en este aspecto dependerá de cómo se posicione con el PP, y hasta qué grado clarifique su respaldo en la sesión de investidura a las siglas que le han cobijado toda su carrera. No sólo por ser su ex partido y por la presupuesta coincidencia ideológica se entendería la ayuda de Font a Bauzá, sino por ser el PP el único partido capaz de gobernar sin la necesidad de otras cuatro o cinco formaciones más, de forma que una corriente regionalista tuviese su peso propio y exclusivo en las instituciones. Lo que sí está claro es que tras años con Munar decidiendo quien gobernaría, la última basada en función de quien le garantizaba mayor desidia de la Fiscalía, ahora el cambio de estos patrones depende de la cosecha de Font, cuyo arte para la pesca debe condensarse en este momento de fuertes sacudidas ante las imputaciones por un lado, y de cura anestésica a la sociedad por otro; ambos factores vigentes sólo hasta que se acerque la campaña.
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