Leo que la Conselleria de Salut de la Generalitat catalana ha iniciado una política de recorte de las cúpulas directivas hospitalarias, que ya se han traducido en la destitución de un consejero delegado y una gerente, a los que seguirán muchos otros cargos considerados innecesarios. Y viendo esta decisión, nada fácil de tomar, me vienen a la memoria las movilizaciones de hace más de un año, en contra de los recortes presupuestarios y el silencio del conseller de Salut, Vicenç Thomàs, un momento idóneo para deprenderse de tanto cargo inútil y tanto gasto innecesario, que no supo o no quiso aprovechar. Gobernar en minoría es lo que tiene, que hay que contentar a todos, dar a cado uno su cuota de poder para que no se enfade y nos deje fuera de juego en el Parlament, pero a cambio, hay que pagar un peaje que ha de sustraerse de partidas mucho más importantes. Fue el momento de ser valiente, pero pasó; de haber mostrado seny, pero se prefirió pagar prebendas para seguir en el cargo, y de haber actuado con sentido de Estado, pero eso es mucho pedir a nuestro Govern. Ahora el ejemplo nos viene de Cataluña, mientras Thomàs se pasa los días inaugurando centros de salud.
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