Nueve años les han caído a los miembros de “La Manada”. Cabe añadir una estigmatización social de la cual no se van a librar jamás. Eso a la espera de que se aplique “una sentencia con todas las garantías”, en palabras de un Ministro de Justicia que ha atacado a uno de los tres magistrados por su voto particular a favor de la absolución de los acusados. El juez González observa “jolgorio” y “regocijo” por parte de la víctima en el vídeo sexual que ni ustedes, ni yo, ni todas y todos los que salen a la calle a protestar han tenido ocasión de ver.
No me gusta esta “justicia de calle” desinformada y gratuita que estamos viendo estos días, y mucho menos estos ministros que se dejan atrapar por la opinión pública dominante y tratan de quedar bien delante de ella atacando a quienes deberían defender: los jueces y sus valoraciones, gusten a la calle o no.
En este caso se intuye por parte de los que ven corta la pena un ánimo vengativo y una intención de escarmiento a través de estos cinco jóvenes que me parece del todo reprobable. Que se les juzgue a los cinco por los actos que hayan cometido y punto. Y si se determina que hubo abuso, violación, o lo que considere la justicia, pues confiemos en los magistrados y aceptémoslo. Hay un componente ideológico en la crítica a la sentencia que chirría, parece que se quiera utilizar este proceso para poner sobre el tapete todas las frustraciones y anhelos acumulados durante mucho tiempo y que de repente se han disparado por la pólvora generada a raíz de este caso. Y eso no es justo para los acusados.
Sí, a mí también me parecen vomitivos los mensajes previos que entre ellos se enviaban, la preparación de sus atropellos y el trato cosificado que hacen de la figura de la mujer. Es asqueroso y triste ver como pervierten la sexualidad y las relaciones entre hombre y mujer, pero eso, queridos lectores, entra dentro del terreno de lo moral, no de lo penal. Seguro que deberíamos revisar nuestros valores como sociedad, ver hasta qué punto toda la basura de carácter sexual que se difunde gratuitamente por internet ha contaminado las conciencias de la juventud de hoy día, ver como los valores tradicionales de raíz cristiana han ido sucumbiendo ante este hedonismo tan de moda y tan supuestamente aséptico que nos han vendido. Toda esta nueva “religión” no será tan inocua cuando tantas mujeres (sobretodo ellas, sí) se sienten desvalidas, usadas, vacías, sucias y culpables después de experimentar el mero placer de un encuentro sexual despojado de toda carga trascendente y de todo lo que no sea mero “goce”. Así es como se sintió esta chica de 18 años después de que estos cinco tipos, totalmente organizados y dispuestos a su particular “hazaña sexual”, -seguramente ensayada ya en otras ocasiones-, abusaran de ella y la dejaran tirada en aquel portal como quien tira una entrada una vez disfrutado el concierto.
Muchos juristas advierten de que este caso está en la frontera de dos delitos, el de abuso y el de violación. Para el juez González no parece demostrado que haya ni lo uno ni lo otro, pues no aprecia resistencia por parte de ella y si “excitación sexual por sus gestos, sonidos y expresiones”. En fin, dejemos actuar a los jueces y seguro que saldrá una sentencia ponderada, aunque eso no complacerá a los que se mueven con un espíritu tan alejado de la justicia como es la sed de venganza y de escarmiento social. Mejor tratemos de cambiar y recuperar algunos valores, y eso no es tarea de los jueces.
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