La ministra Leire Pajín ha pedido a los españoles que denuncien ante las autoridades a todo aquel que fume en un establecimiento donde está prohibido. Su 'amigo', el alcalde de Valladolid, León de la Riba, salió en seguida a la palestra para decir que esto de delatar a los demás es lo que pasó antes de la instalación de regímenes políticos terribles, haciendo referencia al Nazismo de Hitler. La verdad es que el alcalde de Valladolid y Leire Pajín mantienen un duelo que es totalmente absurdo y ha llevado a este hombre a hacer una comparación que ni tiene pies ni cabeza. Pero, quitándole ese aire dictatorial al 'chivatazo', es cierto que los españoles ni entendemos ni sentimos ningún placer en ser delatores. En realidad, quien cumple esta función tiene garantizado el rechazo social. Así, pues, la petición de la ministra más bien parece absurda, fuera de lugar y que, si algún día hubiera de aplicarse, posiblemente habría causas más meritorias de ello como puede ser la lucha contra la economía sumergida, el maltrato a los niños, el absentismo escolar o incluso, puestos, la corrupción en la política. El tabaquismo parece muy poca cosa como para pedir a España que deje de repudiar la delación. (Con d, que me veo al alcalde de Valladolid atacando de nuevo.)
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