OPINIÓN

La tentación de Junts

Pep Ignasi Aguiló | Martes 24 de diciembre de 2024

La asociación de partidos perdedores que gobierna, con Pedro Sánchez al frente, es sólida por formar una coalición de intereses con el objetivo común de acceder al poder. De esta forma, el pegamento que les une es lo suficientemente consistente como para aguantar toda la legislatura, e incluso para finalizarla con opciones de renovar. Sobre todo, si la derecha sigue dividida e incapaz de tejer su propio relato.

Sin embargo, la alianza gubernamental tiene dos puntos débiles, justamente en los partidos que menos puestos de poder ocupan. Recordemos que Junts es heredero de Convergencia i Unió quien sistemáticamente batió, junto al PNV, todos los récords en materia de política clientelar. Por eso, si algunos han de tener mucho frío sin “pisar moqueta”, esos son los independentistas aburguesados con nóminas públicas frustradas. Para ellos Sánchez ha sido un chollo hasta ahora. Han podido ponerle el precio más alto que jamás soñaron, pero ya está pagado. Solo queda la amnistía para Puigdemont, un político casi amortizado. De esta forma, a buen seguro que muchos de los militantes, con aspiraciones a cargo, están añorando los años dorados en los que se repartían, no sólo la Generalitat, sino la mayoría de instituciones catalanas. Rull, desde la presidencia del Parlament, muestra ganas de liderar el camino de la vuelta.

Por su parte, Unidas Podemos es un partido de liderazgo muy personalista, nacido para ser anti-sistema. Ahora está minorizado por Sumar, tras una operación política de diseño. Algo que, a buen seguro, tiene frustrado al matrimonio de Galapagar. Y no hay que olvidar que él es un profesor de ciencia política muy fogueado en tertulias y medios de comunicación. Es poseedor de un verbo vibrante con capacidad, más que de sobras, para tejer una vendetta con posibilidades de éxito. Arrastran la rémora de la pérdida de fuelle del feminismo ultramontano de su particular Evita, a causa de lo evidente de alguno de sus muchos embustes, pero saben que la política a veces consiste en convertir derrotas en victorias.

En cualquier caso, por supuesto, ni Junts ni Podemos pueden permitirse ser los causantes de la caída de Sánchez, ya que eso equivale a ser responsables del retorno de la derecha que ellos identifican con todos los males del mundo. Por eso van a mantener al “líder supremo”, sin dejar pasar cualquier oportunidad de clavarle todas las banderillas que puedan.

En cualquier caso, lo cierto y verdad, es que Junts, con un gobierno de derechas, podría reforzar su discurso burgués-victimista--independentista, acusando de los males catalanes a la, para ellos, pérfida España. Es decir, que se encuentran ante el dilema de no poder dejar caer a Sánchez, aunque desean que ocurra.

Algo similar le pasa a Podemos, sin ministerios ni otros chiringuitos, lo que más le puede convenir es ejercer de oposición pura y dura. Eso les permitiría elevar el tono, utilizando palabras de fuego que les den más visibilidad para poder agitar con fuerza a los corazones desencantados. Pero, como en el caso de Junts, no pueden ser cómplices de la llegada de un gobierno de las odiosas derechas, aunque, igualmente, tampoco les iría nada mal.

Todo parece indicar que Feijóo es consciente de esta situación, por lo que prefiere no hacer oposición denunciando la indecente, e inconstitucional, amnistía, tampoco parece dispuesto a denunciar los abusos lingüísticos cometidos en las comunidades catalanoparlantes, incluida Baleares. Incluso da la sensación de que está sujetando la lengua del brillante Alejandro Fernández. Simultáneamente, marca distancias con Vox mientras que, para evitar fugas de votos a esa formación, le vuelve a dar más cancha a Cayetana Álvarez de Toledo, aunque sea solo para hablar de temas judiciales. En definitiva, prefiere la arriesgada opción de fiar la labor de oposición a la presunta corrupción del PSOE, y del entorno de su máximo dirigente, a los temas de mayor calado.

A Sánchez tampoco se le escapa la desventajosa situación de sus dos socios sin poltronas. Así que mientras que con una mano intenta zurrar a los jueces encargados de los casos que le afectan, con la otra trata de sujetar con fuerza a sus aliados. A los de Podemos los pretende desplazar asumiendo muchos de los postulados de su discurso: el lawfare, la censura a la prensa, la enésima resurrección de Franco, el desprestigio de la Corona, y más y más impuestos. Mientras a los independentistas les ofrece un opaco, e indeterminado, sistema de financiación con el que Illa pueda, desde su plaza, no sólo hacerles guiños sino también, -lo que es más importante-, ofrecerles nóminas.

Aquí, en Baleares, las cosas políticas tienen su dinámica propia. La geometría variable de estás semanas probablemente no tiene vinculación con la estrategia nacional de unos y de otros, pero, por ambos lados se alinea a la perfección.

En definitiva, este es, una vez más, el resultado del sistema político que nos dimos en su momento y que somos incapaces de corregir. Por tanto, nada nuevo bajo el sol español. Los nacionalistas, herederos de Arzallus y de Pujol, mantienen todas sus opciones de continuar señoreando nuestra vieja nación, con independencia de si ocupan o no puestos de poder.


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