OPINIÓN

En un país normal...

Fernando Navarro | Viernes 20 de diciembre de 2024

El pasado miércoles el magistrado del Tribunal Supremo Leopoldo Puente elevó un suplicatorio al Congreso de los Diputados para suspender la inmunidad del actual diputado José Luis Ábalos. El magistrado entiende, tras las diligencias practicadas, que hay «indicios bastantes» de que el ex ministro de Fomento, ex secretario de organización del Partido Socialista Obrero Español, y ex mano derecha del presidente Pedro Sánchez, pudiera haber cometido los delitos de tráfico de influencias, cohecho, malversación e integración en organización criminal. Es decir, el antiguo secretario de organización de la organización llamada PSOE está procesado por presunta integración en organización criminal. La reacción de Sánchez no ha sido la esperable en un país europeo (dar explicaciones convincentes o convocar elecciones), pero sí en la República de San Teodoros en la que nos ha convertido: ha lanzado a sus turlurones a atacar a los jueces que investigan y a los medios que informan. Porque lo de la separación de poderes y la prensa independiente está bien para controlar a la derecha, pero intentar investigar al PSOE es llevar las cosas demasiado lejos. ¿Conocían a Víctor de Aldama? Ha sido especialmente vistosa la velocidad a la que han ido prescribiendo las sucesivas explicaciones de los socialistas (no, nunca ha estado en Ferraz, es Mortadelo, es el pequeño Nicolás, no conoce a Sánchez, una foto con Sánchez se la hace cualquiera, esa foto junto a Ábalos y los opositores venezolanos rodeados de logos del PSOE puede ser fake…), y también es bastante llamativo cómo ahora intentan exculpar a Ábalos los que lo inculparon y alejaron del Ministerio y del PSOE.

Esta ha sido una semana bastante completa en todos los frentes, no sólo el de la corrupción. Mientras el Gobierno sigue sacando pecho por el crecimiento económico y un artículo de The Economist (que en realidad atribuye el mérito a las reformas de Rajoy) la Comisión Europea ha suspendido a España en tres de los indicadores sociales clave: riesgo de pobreza o exclusión social, riesgo de pobreza o exclusión social infantil y transferencias sociales para reducir la pobreza. Es especialmente llamativo lo de la pobreza infantil porque Sánchez hizo bandera de ello, echó la culpa a las políticas neoliberales, creo un Alto (más bien ancho) Comisionado de la Pobreza Infantil, nos contó que en Europa estaban horrorizados con las cifras españolas, y consiguió superarlas y colocarnos al lado de Rumania. Respecto a las «transferencias sociales» no se preocupen: son excelentes al lado de las que habrá si se aprueba el cupo catalán. Y conviene que no nos hagamos excesivas ilusiones sobre el crecimiento económico: no proviene de un aumento de la productividad ni de una mejora del capital humano, sino del crecimiento de la población gracias a la inmigración. Pero en un estado del bienestar como España la inmigración que estamos recibiendo produce un beneficio a corto plazo (por las cotizaciones e impuestos) y una enorme carga a largo (por las prestaciones presentes y futuras que recibirán los emigrantes). Y no hay que tener muchas esperanzas en la mejora del capital humano: un reciente estudio de la OCE ha revelado que la comprensión lectora de los universitarios es peor que la de los estudiantes de bachillerato de Finlandia, Suecia, Países Bajos y Japón, y el estudio TIMSS revela que los estudiantes españoles continúan alejándose (hacia abajo) de la media europea en matemáticas.

Y el líder de un sindicato se reúne con un prófugo en Bruselas para pedirle que apruebe los presupuestos del Gobierno. Y Félix Bolaños anuncia acciones contra los bulos de los influencers mientras emite bulos con denominación oficial en el Congreso (de paso niega la existencia de

la trama rusa que efectivamente actuó en el golpe catalán). Y Pedro Sánchez, que evitó acudir al funeral por las víctimas de la riada de Valencia (no se trata de un funeral oficial, nos explicaron), se acercó al velatorio de Marisa Paredes. Cuando le preguntaron cuál era su película favorita se quedó pegado como un estudiante español en matemáticas y farfulló apresuradamente «me quedaría con todas».

En un país normal estas cosas no deberían pasar. Tal vez ni siquiera en la República de San Teodoros deberían pasar. Pero no se preocupen: en 2025 habrá cientos de actos sobre Franco.


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